Esta semana, Núria Vilanova, presidenta y fundadora de ATREVIA, ha participado en un reportaje especial sobre la Generación Z publicado en papel por la revista ELLE. Como coautora del libro Generación Z: todo lo que necesitas saber sobre los jóvenes que han dejado viejos a los millennials, su intervención ha ayudado a los lectores a conocer más sobre estos jóvenes, nacidos entre 1994 y 2009, que han desarrollado su existencia en la era digital.
«Destacaría que se trata de una generación creativa, sumamente independiente, valiente, emprendedora y sin miedo alguno al cambio, lo cual es una enorme ventaja (…)
Estos jóvenes se diferencian esencialmente de las generaciones anteriores en que son nativos digitales. Se han educado y se han socializado con Internet plenamente desarrollado, y han integrado las nuevas tecnologías en su día a día de una forma orgánica que para los millennials aún era inviable. Pienso que esto les ha llevado a enfrentar la realidad de forma muy diferente.
Creo que la mayor evolución podemos verla reflejada en su escala de valores y prioridades. En este sentido, nos encontramos con una generación mucho más líquida, mucho más versátil, tan consciente de lo que quiere que ya no admite como monedas de cambio la estabilidad o una mejor posición económica, que tanto se celebraban anteriormente, si esto compromete aquello en lo que creen.
Esa lealtad a ellos mismos creo que es una de sus grandes ventajas, como también me lo parecen su mayor concienciación y el hecho de tener una mente mucho más abierta. Otra, sin lugar a duda, es su increíble facilidad para atreverse con lo que surja. Son autodidactas y se reinventan cuantas veces haga falta, sin apenas esfuerzo. Esta actitud ya les capacita para todo lo que se propongan.
Pero también es una generación que no sabe esperar, porque nunca quiere hacerlo. La paciencia no es la virtud más entrenada de unos jóvenes que han crecido con la inmediatez por bandera y, a todas luces, sobreestimulados. Esto sí que puede ocasionarles algunas dificultades.
En cuanto a sus ambiciones en lo laboral y lo personal, es un hecho que han descartado las aspiraciones tradicionales. Ahora, en todos los aspectos de su vida, priorizan que el entorno que elijan sintonice con su filosofía, con sus preocupaciones y sus causas. También es aplicable el mundo laboral: factores como la notoriedad de la empresa ya no les influyen tanto como sí lo hacen la ética que demuestre la compañía o las posibilidades de conciliación que le ofrezca, por ejemplo.
Lo que está claro es que demuestran una mayor flexibilidad, y que su manera de vivir está enfocada al ahorro de tiempo, de procesos… a simplificarlo todo, en definitiva. Creo que la inversión que tienen que hacer, en todos los sentidos, para adaptarse a las circunstancias, es mucho menor que la de sus antecesores.
Estoy convencida de que esta generación está definiendo el futuro, porque es suyo y porque nos van a ayudar a que sea también nuestro. La transformación digital de la que tanto hemos hablado durante años ya no es una opción, y no sería inteligente prescindir de unos jóvenes que se mueven como pez en el agua en este entorno. Están siendo y van a ser fundamentales para romper esquemas, crear nuevos modelos de negocio y volvernos más ágiles e innovadores. Hay que contagiarse de sus inquietudes, de sus conocimientos y de sus aspiraciones» .