Forbes Ecuador ha cumplido su primer año y, en su edición de aniversario, nuestra VP para la Región Andina y Brasil, Carmen Sánchez – Laulhé, analiza los recientes movimientos sociales y políticos que han tenido lugar en Ecuador, con una reflexión sobre la exigencia de rendición de cuentas a los gobernantes, pero también a nosotros mismos como ciudadanos.
«Mientras el tablero político se configura a nivel regional, no faltan las oportunidades para conversar y debatir, en el mejor de los casos, estropear almuerzos familiares en otros. Parece que la política, como la religión o, sorprendentemente, el fútbol, siguen siendo esos temas que nos vuelven seres viscerales, en los que esa racionalidad de la que nos gusta presumir, desaparece.
Sin embargo, hay algo que pocos ponemos en duda: la exigencia de responsabilidades. Estamos de acuerdo en que los políticos electos que hoy ocupan cargos en las diferentes instituciones deben rendir cuentas. No obstante, no deja de resultar curioso que se lo exigimos a los «contrarios», a aquellos que no hemos votado y, por supuesto, les culpamos de todo.
Comparto esta reflexión porque no hay conversación sobre política en la que no haya alguien defendiendo a su partido o candidato como si de su hermano se tratase, y en esto está la clave para un cambio de perspectiva. Cuando le damos nuestro voto a un partido, coalición o candidato, es el receptor de ese voto el que está en deuda con nosotros, es quien nos «debe» algo, quien tiene la responsabilidad de ser coherente con el programa o los argumentos que han hecho que una parte de la ciudadanía haya apostado por darle su voto y, por tanto, su confianza.
En este contexto, la lógica y la coherencia nos dice que, a quien debemos exigir es a quienes hemos entregado nuestro voto. Los contrarios pueden estar haciendo las cosas mejor o peor, pero no nos deben nada desde la perspectiva de la confianza derivada de una promesa. Por supuesto, deben a la ciudadanía la responsabilidad de su cargo y el salario que reciben por el mismo, pero no es el objetivo profundizar en lo obvio. Esta promesa de futuro, de acción y cambio, es por la que hemos entregado esa moneda tan valiosa que es nuestro voto y debemos esperar a cambio el correspondiente cumplimiento, ver hacerse realidad, convertido en algo tangible, aquello en lo que nos han hecho creer y, cuando no es así, tener capacidad de hacer crítica constructiva, porque lo que sale mal. no siempre es culpa del que tenemos en frente. Debemos preguntarnos dónde está nuestra capacidad autocrítica, no solo en el ámbito político, también en el empresarial, en el personal.
Sin autocrítica es complejo, sino imposible, una mejora, por ello debemos hacer el ejercicio como empleados, corno empresarios, como familia, como ciudadanos. Y esto impacta directamente en sucesos como los vividos hace algunas semanas en el país, cuyas consecuencias son un lastre para una recuperación tan necesaria y esperada.
La protesta es algo absolutamente legítimo, estemos o no de acuerdo con los motivos, es la maravilla de vivir en una democracia. Sin embargo, la violencia y el vandalismo no lo son. Si me preguntan, cuando se pierde el respeto, se pierden los derechos, de la misma forma que cuando era niña, mi abuela (con la sabiduría de las abuelas) me decía que, si gritaba, automáticamente perdía la razón, dejaban de importar mis argumentos.
El hecho de que haya quien está convencido de que sin violencia y vandalismo no se logran los objetivos, nos deja otro elemento más sobre el que pensar, porque refleja que la raíz del problema va más allá de la coyuntura y el momento. Quizás no estemos escuchando, no estemos viendo ni siendo conscientes de lo que significa la realidad de vivir para mucha gente.
Debemos poder analizar de forma constructiva, con esa visión crítica que estamos echando en falta, dónde está nuestra responsabilidad en todo esto. La de las instituciones, las empresas y organizaciones. La de cada uno. Poner distancia con la ideología o la tendencia política y centrarnos en lo que realmente necesita el país, en lo que necesitan las personas. En el futuro que queremos, al que aspiramos. Necesitamos escuchar y entender. Tenemos la responsabilidad y la obligación de cerrar brechas, acortar distancias y trabajar para que no se vuelva a dar una situación similar. Debemos exigir, empezando por nosotros mismos».
Desde ATREVIA felicitamos a Forbes Ecuador por este primer año de periodismo e historias únicas, agradecidos por habernos hecho partícipes.