La República, uno de los diarios económicos y financieros más importantes de Colombia, ha publicado la última tribuna de nuestra presidenta, Núria Vilanova, titulada «Comunicar para crecer: un objetivo a menudo olvidado».
En un entorno empresarial cada vez más competitivo, una gestión eficaz de la comunicación se convierte en un elemento decisivo para impulsar el crecimiento del negocio. Desarrollar una comunicación ágil, significativa y orientada a resultados sostenibles nos diferencia, genera valor y hace crecer de manera consistente la compañía.
Esto siempre ha sido importante, pero en una sociedad conectada, donde la comunicación fluye por nuevos canales, se hace imprescindible repensar y adecuar nuestras estrategias. En particular, aquellas dirigidas a captar a quienes ya han mostrado interés por nuestra marca, servicios o productos, con el fin de transformar esa expectativa en oportunidades reales de negocio.
En un contexto saturado de información, nuestras propuestas de valor deben ser creativas, auténticas y personalizadas. En el caso de las grandes empresas, adaptar la organización y los procesos para responder con agilidad a los desafíos del mercado resulta especialmente complejo. Se necesitan modelos de trabajo más flexibles, alineados con el propósito y capaces de superar la resistencia al cambio o la falta de coordinación entre departamentos, dos factores que con frecuencia frenan la eficacia de cualquier estrategia de captación.
Para hacer crecer nuestro negocio, el cambio comienza por dentro, y todas las acciones deben orientarse a perseguir estos objetivos:
Agilizar la toma de decisiones. La capacidad de responder con rapidez es crítica. Muchas empresas, especialmente las grandes, se enfrentan a estructuras jerárquicas complejas que ralentizan este proceso. En mercados dinámicos, esa lentitud se traduce en oportunidades perdidas frente a competidores más veloces. La solución pasa por establecer y definir canales internos eficientes que permitan decisiones claras, coordinadas y rápidas.
Anticiparse al mercado. Fomentar una cultura interna proactiva que involucre a todos los departamentos, y fomentar equipos multidisciplinares para que la innovación fluya y se comparta con rapidez, es el camino más seguro para saber detectar tendencias y adecuarnos oportunamente a las mismas.
Analizar impacto real, no solo datos. Centrarse en acumular potenciales, analizar el coste de cada contacto generado o empeñarse en tener resultados inmediatos puede distorsionar el análisis de cualquier campaña. Es esencial evaluar el retorno de la inversión incluyendo su impacto sobre la reputación, la satisfacción, la calidad del cliente y la sostenibilidad del negocio. Solo así sabremos si estamos siendo realmente eficaces o si únicamente generamos ruido.
Comunicar con propósito. Cuando la comunicación se desmarca del propósito real, se diluye su impacto. Por el contrario, cuando se desarrollan campañas que transmiten con coherencia el propósito y los valores de la compañía, se refuerza la diferencia competitiva.
Despertar emociones para generar confianza. Esta es la base de relaciones estables y duraderas en las que basar el crecimiento sostenible de la compañía, y construir una sólida reputación respaldada por nuestros propios clientes.
En definitiva, la comunicación empresarial es mucho más que transmitir mensajes: es una herramienta estratégica para transformar interés en resultados tangibles. Si tenemos en cuenta estos cinco aspectos -agilidad, anticipación, análisis, propósito y confianza- conseguiremos alinear la comunicación de nuestra compañía con las expectativas de nuestros clientes y potenciales. Porque una comunicación efectiva es, en última instancia, aquella que hace crecer nuestro negocio y fortalece su futuro.