Carlos Grau:
“Si ya era importante tener una capa de impacto social, ahora trabajar con un propósito se ha convertido en eje fundamental en la actividad de las compañías”
P-. Siempre se ha dicho que España tiene una de las mejores redes de 4G del mundo. ¿Estamos capitalizando esta ventaja comparativa para responder a los retos laborales derivados del Covid-19?
R-. España es el primer país europeo y el tercero a nivel mundial en dotación de infraestructuras de fibra óptica. Además, en estos momentos, cuenta con una de las mejores redes de telecomunicaciones móviles de Europa. Según los datos de los principales operadores de telecomunicaciones, en estos últimos días el tráfico a través de las redes IP ha experimentado un incremento cercano al 40%. Y el uso del teléfono móvil ha aumentado alrededor del 50%. El teletrabajo, en estos momentos, se está extendiendo en una amplia mayoría de las empresas, que pueden así seguir prestando servicios al mismo tiempo que facilitan que los empleados puedan realizar sus funciones desde casa.
Más allá de los dispositivos y de la conectividad, en este momento la clave es la formación en herramientas y en nuevas formas de trabajo, así como en nuevos modelos que permitan que los trabajadores colaboren y compartan documentos y datos. Ahora, desde la Administración General del Estado, y desde red.es se ha lanzado una iniciativa: ‘acelera pyme’ precisamente con ayudas, formación y acompañamiento para ayudar a la digitalización, así como para favorecer el teletrabajo entre las pequeñas y medianas empresas de nuestro país en estas circunstancias de dificultad.
P-. Una vez recuperada la normalidad, ¿sabremos sacarle un provecho sostenible a las oportunidades que la crisis nos ha planteado en el ámbito del teletrabajo? ¿Están preparados los CEO y los CIO para este cambio de paradigma?
R-. Estamos experimentando, en la práctica, varias de las ventajas del teletrabajo. Yo distinguiría tres, principalmente. Por un lado, el teletrabajo mejora la conciliación y el balance de nuestras vidas profesionales y personales. Por otro, reduce los traslados y, con ello, minimiza el impacto climático, la menor emisión de gases y el consumo de energía. Y, por último, aumenta la productividad, al disminuir los tiempos muertos por desplazamientos. Estas semanas, muchas empresas, muchos directivos y muchos profesionales estamos experimentando las ventajas que, desde siempre, ha tenido el teletrabajo y que, en estos momentos, estamos viviendo en primera persona.
Más allá de esto, se avecinan tiempos que requerirán un nuevo modelo de liderazgo. A la hora de lanzar proyectos, habrá que pensar que tengan no solo impacto económico, sino también impacto social. Proyectos con propósito, que realmente sean transformadores. Y pensar en implementar, a la hora de
trabajar, indicadores de impacto, relevancia y contribución, por encima de la presencia física, generando proyectos con visión. Por otro lado, hay que tener en cuenta aspectos como formación, herramientas y nuevas formas de trabajo, pensando en la importancia que requiere ahora mismo la comunicación. Es importantísimo en este momento mantenernos absolutamente informados de lo que sucede en torno a nuestros equipos, empleados, colaboradores, ´partners’ o distribuidores. Comunicación y buena gestión de proyectos son elementos claves. Vamos también a tener que replantearnos muchas cosas en las empresas, desde otra visión y, sobre todo, la flexibilidad organizacional. Es decir, tener capacidad de anticipar diferentes escenarios que se puedan producir en el futuro y disponer de capacidad de adaptación con sentido de urgencia, al mismo tiempo que nos adaptarnos ejecutando con
excelencia hitos u objetivos que nos hemos marcado. Para ello, cada vez es más importante trabajar con un modelo en el que el talento de nuestras personas, independientemente de su posición jerárquica, tenga impacto y contribuya.
El foco, ahora mismo y más que nunca, está en las personas: en motivar, en retener y en desarrollar y ayudar al talento de nuestros profesionales, ya que es el mayor activo que tienen las empresas.
P-.¿Quiénes serían los aliados estratégicos de Mobile World Capital Barcelona para que, una vez pasada la pandemia, España dé un paso de gigante en el campo digital?
R-. Nuestra fundación es un organismo público-privado, con participación de administraciones, operadores de telecomunicaciones, entidades financieras, compañías de mundo de gran consumo y otros diferentes agentes. Somos conscientes y estamos comprobando que el reto, tanto a nivel económico como en impacto de la tecnología en la sociedad, es enorme. Hay enormes retos y oportunidades con la tecnología y su impacto en la vida de las personas.
Aquí se enmarcan iniciativas como las del programa Digital Future Society, en colaboración con la Vicepresidencia Tercera y el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, y que permiten trabajar en varios aspectos importantes. Por un lado, en anticipar qué es lo que va a suceder en el futuro con las plataformas digitales y mejorar la gobernanza de los datos, un tema ahora mismo fundamental. Por otro, a la hora de analizar cómo formamos a nuestros ciudadanos en una gestión mucho más eficiente de los datos y cómo trabajamos entre todos utilizando la tecnología para combatir los efectos del cambio climático. Y finalmente, en cómo nos aseguramos un objetivo de inclusión: no dejar a nadie atrás en los retos que tenemos. En España, esperamos y aspiramos, con la colaboración de todos y junto con GSMA, organización mundial de operadores móviles que forma parte de nuestro patronato, a realizar recomendaciones e impulsar a España en el camino del debate, la reflexión y el logro de acuerdos en torno al humanismo tecnológico. Se trata de disponer en el futuro de una sociedad más inclusiva, más ética y humanista, que aproveche las ventajas de la tecnología.
P-. Vista la pavorosa expansión de la pandemia, ¿cabría decir que la cuestionada decisión de suspender el Mobile World Congress este año fue realmente visionaria?
R-. Éramos conscientes de que era una decisión muy difícil. Por otro lado, sabíamos que, si había un país del mundo donde pudiéramos estar seguros era España, que dispone de uno de los mejores sistemas de salud a nivel mundial. Pero también conocíamos la realidad de las previsiones y cifras que llegaban de Asia y las recomendaciones de las autoridades. Al final, GSMA tuvo que tomar una decisión muy dura, pero que ahora mismo, con el tiempo, se ha demostrado que fue correcta. Desde aquel momento, nos pusimos a trabajar entre todos (GSMA, Administraciones, operadores…) para hacer que MWC Barcelona de 2021 sea el mejor de la historia. Las tecnologías, muy importantes en el pasado, ahora lo son aún más.
Están demostrando lo importante que es estar comunicado, poder compartir, poder tomar decisiones rápidas… Si hay algo que ha cambiado nuestras vidas, ha sido la tecnología móvil. El hecho de tener en España la capitalidad mundial gracias a tener el principal y mayor congreso del mundo en tecnologías móviles, nos da la oportunidad y responsabilidad de liderar con el ejemplo iniciativas que contribuyan a que la tecnología tenga como objetivo tener mayor impacto en la calidad de vida de las personas.
P-.¿Qué están aprendiendo las empresas del sector y los usuarios de tecnología y telefonía en este nuevo escenario? ¿Cabe esperar que la crisis modifique hábitos y comportamientos e impulse nuevas formas de comunicación?
R-. Estoy convencido que de estas semanas de dificultad sacaremos todos aprendizajes, buenas prácticas y reflexiones que nos ayudarán a generar una sociedad mucho más sólida y preparada para afrontar los siguientes retos que vengan en el futuro. Estamos viviendo situaciones que nos animan a todos, empresarios, directivos, responsables públicos, a priorizar nuestras inversiones en herramientas, en dispositivos y, sobre todo, en formación y acompañamiento. Ya no se trata únicamente de tener conectividad y tener terminales, sino de cambiar los hábitos y tener una nueva forma de trabajo colaborativo. Quiero destacar, también, la importancia de trabajar con mucha transparencia, con delegación de autoridad y con objetivos muy claros que permitan que nuestros empleados puedan cumplir su tarea independientemente de su situación, el momento y su ubicación física.
Estamos viendo, además, la relevancia de trabajar en colaboración y con alianzas entre lo público y lo privado. Lo estamos viendo estos días con ejemplos concretos en el mundo de la salud, y en cómo la sanidad privada está jugando un papel fundamental. Lo mismo sucede en todos los ámbitos: los grandes retos y oportunidades que tenemos en nuestra sociedad solo se superarán con una colaboración público privada mucho más efectiva. Todos estamos teniendo aprendizajes. Como la importancia de tener una agenda social al lado de una agenda económica en todas nuestras actividades. La importancia, por ejemplo, de poder integrar datos de operadores móviles con datos de climatología y datos de salud, para predecir de manera más efectiva y evitar futuras pandemias. La trascendencia de acciones como compartir dispositivos en residencias de ancianos, con herramientas de videoconferencia para darles la oportunidad de comunicarse con su familia en un momento de dificultad.
Si ya sabíamos que era importante tener una capa de impacto social en nuestras acciones, ahora mismo, esa capa social, lo que muchos llaman RSC, se ha convertido en un eje fundamental de la actividad de nuestras compañías. Hablo de hacer que nuestros proyectos sean aspiracionales, que tengan también objetivos, dotando de autoridad, herramientas y formación a nuestros empleados, anticipando posibles situaciones, teniendo flexibilidad, gestionando modelos de alianza. Un reto ahora, como sociedad, es hacer cosas grandes, con impacto, y que nos permitan superar las actuales dificultades y mejorar nuestra sociedad.
Puedes descargar este texto en PDF aquí.