El pasado 8 de noviembre se celebraron en Estados Unidos las conocidas como elecciones “mid-terms”, de medio mandato, ya que coinciden con el ecuador del ciclo presidencial de 4 años. En estas elecciones, se eligen a la totalidad (435) de los representantes de la Cámara de Representantes (House of Representatives) y a un tercio de los representantes del Senado, que se dividen por “clases” para evitar la renovación total que sí ocurre con la Cámara de Representantes. De manera adicional, aunque no formen parte de las elecciones a medio mandato, se celebraron elecciones para elegir al gobernador en 36 de los 50 estados..
Las “mid-terms” suelen interpretarse en clave nacional, midiendo el apoyo popular del Presidente incumbente, en este caso el demócrata Joe Biden, y la fortaleza del partido de la oposición, en esta instancia los republicanos. Según datos de la Universidad de California Santa Barbara, entre 1934 y 2018, el partido incumbente ha perdido, de media, 28 escaños en la Cámara de Representantes y 4 en el Senado. Asimismo, la práctica del “gerrymandering”, la definición de la circunscripción electoral con el fin de maximizar el número de votos para un partido y que afecta a la Cámara Baja (Cámara de Representantes), significa que, en la actualidad, en torno al 90% de los representante logran revalidar sus escaños y que por lo tanto tan sólo un 10% se encuentran verdaderamente en disputa.
A falta de que finalice el escrutinio en varios estados todo parece indicar que los republicanos obtendrán la mayoría en la Cámara de Representantes mientras que los demócratas obtendrán la mayoría en el Senado, dibujándose de este modo una partición del poder en el Congreso de los Estados Unidos hasta las elecciones presidenciales de 2024.
Claves electorales
- Los demócratas resisten la noche electoral
La gran mayoría de las encuestas publicadas durante la campaña electoral pronosticaban una victoria más holgada del Partido Republicano en las “mid-terms”; el portal de encuestas y análisis político FiveThirtyEight predecía la noche anterior a las elecciones que el Partido Republicano tenía el 59% de probabilidades de hacerse con el control del Senado y un 84% de probabilidades de hacerse con el control de la Cámara de Representantes.
La carrera del Senado estaba marcada desde el inicio por el papel que jugarían estados como Pensilvania, Arizona, Georgia y Nevada. A día de hoy el escaño en disputa en Pensilvania ha sido para el representante demócrata (John Fetterman) mientras que en Georgia se tendrá que celebrar una segunda vuelta, el próximo 6 de diciembre, debido a que ninguno de los aspirantes consiguió el 50% más uno de los votos necesarios para conseguir el escaño. En estos momentos, los demócratas obtienen 48 escaños, por los 49 de los republicanos; actualmente están en juego los escaños de Arizona y Nevada, si alguno de los partidos obtuviese ambos escaños conseguiría el control de la Cámara Alta sin tener que esperar a la segunda vuelta de las elecciones en Georgia. No obstante, las predicciones indican que los demócratas pueden obtener dos de los tres escaños en disputa lo que les ayudaría a mantener la mayoría en la Cámara Alta sin necesidad de usar el voto de calidad de la vicepresidenta Kamala Harris, como ocurría hasta ahora.
Por otra parte, los republicanos parece que sí conseguirán la mayoría absoluta en la Cámara de Representantes, lo que les dará capacidad para limitar el endeudamiento de la Administración así como para incentivar la creación de comisiones de investigación contra el presidente Biden y su gobierno. A falta de finalizar el escrutinio los republicanos obtienen 211 escaños, quedándose a siete de la mayoría (218); una cifra que según la CNN conseguirán sin mayores problemas.
Los republicanos basaban sus esperanzas de obtener la victoria en las “mid-terms” y controlar ambas cámaras, movilizando el voto del descontento por la situación económica, en particular en la inflación; en máximos históricos en los últimos 40 años, alcanzando un 8,2% en septiembre. Este era el factor más importante para decantar el voto según los republicanos, no obstante, los principales analistas estadounidenses consultados por la BBC han expuesto que “aunque lenta, la economía mantiene relativamente su salud”, remarcando que “aunque el coste de la vida se haya incrementado, el crecimiento económico continua y el desempleo se mantiene bajo”, hechos que han sido cruciales para muchos electores a la hora de elegir su voto.
- Las elecciones se han visto como un referéndum contra Trump
Históricamente las elecciones de medio mandato suelen ser más beneficiosas para el partido que no controla el Gobierno de Estados Unidos. Desde la década de 1970 casi siempre ha implicado una pérdida de escaños en ambas cámaras para el partido de Gobierno, sin importar que el presidente fuera demócrata o republicano. Sin embargo, los resultados finales de las elecciones de medio mandato de 2022 presuponen que la vaticinada “ola roja”, descrita por el expresidente Trump, se ha visto minimizada por el rechazo que este concita entre gran parte de la sociedad estadounidense.
Además, la estrategia demócrata de apoyar en las elecciones primarias a los candidatos republicanos más extremistas ha resultado “exitosa”. De manera disimulada destinaron millones de dólares a elegir a sus contrincantes en aquellos territorios considerados críticos y en clara disputa entre ambos partidos, optando por financiar al candidato republicano más exaltado frente al perfil que consideraban más moderado y peligroso para sus intereses. Esto les ha hecho conseguir el escaño en el Senado de New Hampshire, en la Cámara de Representantes en circunscripciones de Míchigan y también les ha servido para ganar la carrera electoral a los candidatos a gobernador en Pensilvania e Illinois.
- Emergen nuevos perfiles políticos para la carrera presidencial
La holgada victoria del republicano Ron DeSantis en la carrera por la reelección para ser gobernador del estado de Florida (con un 19% más de votos que su contrincante demócrata) le coloca en las quinielas como potencial candidato del partido republicano a las elecciones presidenciales de 2024. No obstante, DeSantis todavía no se ha pronunciado al respecto, durante la campaña electoral no respondió a las preguntas sobre si se comprometía a cumplir su mandato de gobernador. Con un perfil más moderado, metódico y racional que Trump; se posiciona de manera ventajosa entre el electorado republicano y entre los principales donantes del partido que rehúyen de la idea de que Trump vuelva a ser el candidato republicano para las elecciones presidenciales. A esto se suma los más de 100 millones de dólares que tendría para financiar la futura campaña presidencial, tras no gastar los 200 millones que consiguió para sufragar estos comicios; siendo la financiación un elemento fundamental en la política americana.
Por su parte, Joe Biden ya ha mostrado su disposición para presentarse a la reelección, amparando su decisión en que es el único candidato demócrata que ha conseguido ganar a Trump en unas elecciones. En su contra juega su impopularidad entre la sociedad estadounidense (el 53% de los estadounidenses desaprueba su gestión), y su elevada edad (llegaría rozando los 82 años a las próximas elecciones presidenciales). Como oposición a Biden empiezan a sonar los nombres de los gobernadores Gavin Newsom (California); J. B. Pritzker (Illinois), y Gretchen Whitmer (Míchigan), quienes han revalidado el cargo en estas elecciones.
Víctor Rodríguez Campos
Consultor de Asuntos Públicos
ATREVIA Madrid