Nuestra presidenta y fundadora, Núria Vilanova, ha publicado en el periódico El Economista un artículo sobre la importancia de la identidad iberoamericana y el intercambio cultural y económico entre España y América Latina en el contexto actual. Compartimos a continuación el contenido íntegro del artículo:
Una vez más, llegamos al 12 de octubre envueltos en polémicas de origen político pero que no pueden desmentir la realidad viva y dinámica de la Iberoamérica del siglo XXI. Una identidad que se extiende por dos continentes y engloba a más de 685 millones de personas que, más allá de la lengua que habla la gran mayoría de ellas, se sostiene en una serie de sentimientos comunes.
Uno de esos sentimientos es el de pertenencia, cuyo origen es un ADN cultural común que se enriquece con el acento y las particularidades de cada Estado. Como ha afirmado acertadamente el Rey Felipe VI hace pocos días, Iberoamérica es una «cultura de culturas». Sin dejar de ser españoles, mexicanos, colombianos o argentinos, todos los iberoamericanos nos reconocemos en los libros de Carlos Fuentes, García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar o Bolaños; vibramos con la música de Shakira o Maná; nos recreamos con el arte de Botero o las películas de Alfonso Cuarón y nos maravillamos con los goles de Messi.
Y si esto ocurre hoy en ambos lados del Atlántico, es porque la Iberoamérica del siglo XXI es resultado de un viaje de ida y vuelta.
En España era habitual la expresión popular ‘hacer las Américas’, tres palabras que se referían a todo, desde a quien tenía hambre y se iba a buscar nuevos horizontes, a quien huía de una guerra civil o a quién necesitaba aprender. En definitiva, todo aquel que buscaba una oportunidad. Sin embargo, con el tiempo, sobre todo en las últimas décadas, ese camino se ha vuelto de doble dirección, de forma que la expresión correcta sería hoy ‘hacer las Américas, hacer las Españas’.
Ya son más de 3,5 millones de latinoamericanos los que actualmente viven en España. Primero llegaron quienes buscaban un trabajo para ayudar a sus familias, que han sido un ejemplo de integración. Después se sumaron empresarios dispuestos a invertir en España, y hacer crecer desde aquí sus empresas por todo el mundo. Y, por último, jóvenes que antes marchaban a EEUU y ahora eligen nuestras universidades y escuelas de negocios para formarse y que, en el futuro, serán empresarios, científicos, intelectuales o políticos.
El resultado es que muchos latinoamericanos han encontrado en España su segundo hogar; un país de la Unión Europea dónde disfrutar de una sociedad abierta, un alto nivel de seguridad jurídica y una fuerte estabilidad monetaria.
Un paso al frente
Si nos centramos en el mundo de la empresa, comprobamos que numerosos empresarios de grandes compañías latinoamericanas son descendientes de españoles, asturianos, gallegos, cántabros… de primera o segunda generación. La diáspora española ha sido clave en la creación de grandes empresas. Ahora son los mexicanos, chilenos, peruanos, colombianos, entre otros, los que están empujando de manera brillante grandes empresas. Unos como Juan Carlos Escotet, con Abanca, nos eligen para vivir. Otros nos escogen para pasar cada vez más tiempo aquí al frente de sus inversiones, como Carlos Slim, Luis Amodio, Carlos Fernández, Alberto Torrado, Alejandro Irarragorri, Daniel Servitje (desde México). Como Jaime Gilinski, Omar González, Yonatan Bursztyn, César Caicedo, Eduardo Pacheco, Carlos Julio Ardila (desde Colombia). O como la familia Luksic y Oscar Leire, José Luis del Río, Carlos Lavín (desde Chile) y Paul Mulder (desde el Perú). Y así podríamos seguir país por país. Todos ellos confían en España y confirman que uno de los grandes activos de Iberoamérica, además de esa identidad cultural, son sus empresas y empresarios.
Es importante recordar que Iberoamérica tiene muchos retos, el principal el del crecimiento económico, derivado a veces de la falta de confianza, pero la realidad es que geoestratégicamente la región está ahora en un momento de oportunidad que no puede desaprovechar. Frente a quienes pretenden centrar el debate sobre Iberoamérica en una foto fija del pasado, otros miramos al futuro y nos empeñamos en ampliar los espacios de encuentro.
Ese es el objetivo que compartimos los 400 socios del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI), que sabemos que ya no es suficiente que España y Latinoamérica se miren mutuamente. Hay que dar un paso al frente para alinear retos y definir una agenda común que haga posible que todos avancemos en una misma dirección y nadie se quede atrás. Ese sentimiento de pertenencia a Iberoamérica tiene que transformarse en una actitud: creer, crear y crecer juntos en un mundo más competitivo.