Existen alimentos cuyo consumo es beneficioso para la salud. Existe evidencia científica en la que basarnos para recomendarlos y promover su consumo desde las instituciones. Este es el caso de frutas, hortalizas, legumbres, alimentos integrales, frutos secos, aceite de oliva virgen extra… Además, estos alimentos forman parte de nuestra cultura alimentaria.
Estudios epidemiológicos llevados a cabo en los últimos años ponen de relieve que una dieta basada en estos alimentos como es la dieta mediterránea previene un gran número de enfermedades, lo cual, además, supone un gran ahorro para la sociedad.
¿Por qué no bajar el IVA de estos alimentos? Reduciendo el IVA de estos alimentos contribuiremos a aumentar su consumo y, por tanto,
a la larga supondrá un ahorro, no un coste.
Debemos hacer lo posible por poner en valor productos como el aceite de oliva, propios de nuestra cultura que, además, son muy importantes para la economía de las zonas rurales.
Es paradójico que desde las instituciones y profesionales de la salud promovamos el consumo de aceite de oliva virgen y tenga un IVA del 10% cuando debería ser del 4%. Si la fiscalidad es un instrumento eficaz para reducir el consumo de alimentos perjudiciales, lo debería ser en forma inversa: disminuir el IVA de los alimentos más saludables y hacer más asequibles los alimentos básicos de la dieta mediterránea a un mayor número de personas y especialmente en la coyuntura actual.
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