La República, uno de los diarios económicos y financieros más importantes de Colombia, ha publicado la última tribuna de nuestra presidenta, Núria Vilanova, titulada «La IA no acaba con las webs, las reinventa».
Plantearnos si las páginas web, tal y como las conocemos, tienen los días contados, es una pregunta que debemos hacernos los que ejercemos responsabilidades en una compañía. Y más aún si se trata de una consultora de comunicación y posicionamiento estratégico.
La Inteligencia Artificial, IA está cambiando la forma en la que interactuamos. Las marcas y las empresas ya no sólo podemos pensar en cómo nos ve nuestro público; debemos incluir a los agentes de IA, que cada vez más deciden por nosotros. Hemos sustituido navegadores por ChatGPT, Copilot o Gemini. Son ellos los que filtran, seleccionan y deciden cuáles son los mejores resultados y opciones para elegir vuelo, comparar precios o recomendarnos una película.
La consecuencia es que las webs, como las conocemos, se han quedado obsoletas. El SEO para posicionarnos en buscadores no basta. Pronto dejaremos de visitar sitios web uno por uno. Se acabó el ‘scroll’ infinito, los desplazamientos interminables, los formularios complejos. Las webs ya no tienen que llamar nuestra atención, sino la de nuestros agentes de IA, que son nuestras manos y ojos en la red. Ellos navegan por nosotros.
Pero las webs, como la energía, no desaparecen, se transforman. Aunque, como todo cambio tecnológico, tiene riesgos. Las cámaras digitales acabaron con Kodak, Netflix con Blockbuster y el mercado de coches eléctricos lo dominan marcas que no existían hace una década. Hace 30 años vivimos un proceso parecido, cuando las empresas se sumaron a internet. Cada una se tomó su tiempo y apostó por un modelo. Todo ha ido confluyendo a modelos más evolucionados mientras que, simultáneamente, se construía una identidad propia y definida en la red.
Estamos ante un cambio radical a la hora de comunicar. Ya no solo tenemos que pensar en el diseño de nuestra página web, sino en cómo interactúa en una conversación o cómo se interpreta una instrucción compleja. Los contenidos siguen siendo vitales, pero ya no basta con generar impacto visual. Si nuestra información es útil, clara, concisa y está bien estructurada, la IA la encontrará y la usará para responder a las preguntas de sus usuarios, que son nuestro público. Nuestro mensaje les llegará a través de un agente de IA, un ‘chatbot’, un asistente de voz, una pulsera inteligente o incluso la realidad aumentada. Y la coherencia en cada formato tiene que ser absoluta.
Ahora, además de entender a las personas, debemos saber cómo procesa la información y toma decisiones la IA. Pero la tecnología no debe ser el único prisma a tener en cuenta: de ser así tendremos sistemas eficientes, pero fríos, confusos y e incapaces de transmitir emociones.
Es vital que quienes nos dedicamos a la comunicación, cuando participamos en el desarrollo de una web, aportemos una visión más humana, empática y emocional a la IA para que genere experiencias positivas en los usuarios. No basta con responderles; tenemos que satisfacer sus expectativas para que se sientan atendidos y comprendidos.
Las webs no han muerto, están en plena metamorfosis. Y con ellas, la forma en que las marcas se comunican. Es un salto exponencial. Estar a la vanguardia en comunicación obliga a replantearte todos los días lo que haces; a imaginar el futuro sin miedo. Tenemos que empezar a trabajar ya, sin olvidar que los canales son herramientas y que nuestro público final son las personas. Y, para los profesionales de la comunicación, conectar con ellas y sus sentimientos, aunque sea interactuando con agentes de IA, sigue siendo la razón de ser.