El arranque de 2025 ha sido recibido con entusiasmo en los círculos de fusiones y adquisiciones (M&A) en España. Después de un 2024 sorprendentemente positivo —con un crecimiento del 40% en valor de operaciones y un ticket medio cercano a los 80 millones de euros, según Deloitte—, las perspectivas parecen alinearse con un nuevo ciclo alcista. Pero… ¿es este rebote realmente sólido o estamos ante un espejismo alentado por comparativas débiles y exceso de capital presionado?
El aparente regreso de los “grandes deals”
El año pasado trajo consigo el retorno de operaciones de tamaño significativo, impulsadas en gran parte por una relajación progresiva de los tipos de interés y por la estabilización macroeconómica en Europa. España se posicionó como uno de los mercados más dinámicos de la región: creció más que la media europea y muy por encima del promedio global. Entre los sectores más activos destacaron el inmobiliario, las energías renovables y los servicios profesionales.
Los medios económicos ya se hacen eco del resurgir del M&A en nuestro país, destacando el interés renovado por parte de fondos internacionales y corporaciones que ven a España como una geografía atractiva por su resiliencia macroeconómica, su exposición limitada a conflictos geopolíticos y su creciente sofisticación empresarial.
El factor Private Equity
Una de las claves del crecimiento es, sin duda, el papel del capital privado. El dry powder acumulado —cifrado por Bain en más de 1,2 billones de dólares a nivel global— está ejerciendo presión sobre los GPs para invertir, lo que eleva la competencia por los activos de calidad y puede distorsionar las valoraciones. Esta dinámica explica tanto la reactivación de los take-privates (operaciones en las que un fondo adquiere una empresa cotizada y la excluye de bolsa para gestionarla de forma privada) como el interés por targets medianos con alto potencial de transformación.
Además, los family offices están entrando con más fuerza en procesos competitivos, especialmente en España, buscando operaciones directas, mayor control y horizontes más flexibles que los fondos tradicionales.
¿Optimismo justificado o ciclo frágil?
Más allá de las cifras, conviene poner en perspectiva el momento actual. El número de operaciones apenas creció un 4% en 2024, y muchos de los deals anunciados siguen pendientes de cierre. Las divergencias entre expectativas de vendedores y compradores siguen frenando transacciones, especialmente en el mid-market. Y aunque los tipos bajan, las condiciones de financiación no han vuelto a los niveles de exuberancia de 2021.
Los datos de Goldman Sachs refuerzan este punto: el volumen global de M&A en 2024 sigue por debajo de la media histórica en relación al tamaño del mercado bursátil. Y aunque la confianza de los CEOs crece, las políticas monetarias y regulatorias siguen siendo una variable de riesgo, especialmente en operaciones cross-border.
Más complejidad, más oportunidades (para quien sepa adaptarse)
El nuevo M&A se mueve en un terreno más técnico, más estratégico y más imprevisible. La sostenibilidad, la inteligencia artificial y la resiliencia de las cadenas de suministro se han convertido en ejes transversales del análisis de operaciones. Los compradores ya no solo buscan sinergias financieras, sino también ventajas competitivas duraderas y alineamiento estratégico.
Esto implica que no basta con estar en el mercado: hay que tener claridad en la tesis de inversión, equipos multidisciplinares capaces de identificar valor oculto, y estructuras creativas para cerrar deals en entornos aún complejos.
Conclusión: entre el impulso y la cautela
Sí, el M&A ha vuelto a España, pero no como lo conocíamos. No es un rebote generalizado, sino una recomposición del tablero. Los jugadores mejor preparados —con paciencia, flexibilidad y visión— son quienes capitalizarán esta nueva etapa. Para los demás, el espejismo puede durar poco.