La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Comisión Europea han publicado en mayo sus previsiones para la economía española, proyectando un crecimiento del PIB de España del 2,4% (OCDE) al 2,6% (Comisión Europea) para 2025, y del 1,9% para 2026 según la OCDE. Estas cifras posicionan a España como la economía de mayor crecimiento entre las principales de la Eurozona, superando a países como Alemania y Francia. Ambos organismos destacan que el crecimiento estará impulsado por la demanda interna, con el consumo privado respaldado por un mercado laboral sólido, así como por aumentos de la renta real y una inflación a la baja, mientras que la inversión crecerá gracias a menores costes de financiación y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (RTRP).
En el primer trimestre de 2025, el crecimiento alcanzó el 2,8% interanual, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), impulsado por una fuerte formación bruta de capital y el consumo privado, con 520.000 empleos creados y una afiliación a la Seguridad Social que creció un 2,3% hasta abril. La inflación general descendió al 2,2% en abril debido a menores precios energéticos, aunque la inflación subyacente se mantuvo en el 3,0%, y el desempleo alcanzó el 10,9% en marzo. La OCDE y la Comisión advierten de determinados riesgos, como los aranceles del 50% al acero y al aluminio anunciados por Estados Unidos que podrían restar 0,3 puntos al PIB en 2025, además de tensiones geopolíticas y condiciones financieras más estrictas.
A su vez, el déficit fiscal se reducirá al 2,8% del PIB en 2025 y al 2,3% en 2026, según la OCDE, apoyado por el crecimiento económico y la eliminación gradual de subsidios al transporte público y medidas de apoyo por la DANA, lo que colocará la deuda pública en una trayectoria descendente. La Comisión Europea y la OCDE recomiendan reducir barreras de entrada en servicios, simplificar regulaciones y acelerar asociaciones público-privadas bajo el RTRP para impulsar la inversión y el crecimiento potencial.