Está en boca de todos: la agricultura es responsable del 11% del total emisiones del planeta y la tercera actividad económica emisora de CO2. El panorama no parece prometedor si se tiene en cuenta la necesidad de producir alimentos para una población mundial que alcanzará los 9.700 millones de personas en 2050, según previsiones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Teniendo en cuenta los compromisos climáticos del Acuerdo de París, regiones como Europa ya están visualizando modelos de producción más sostenibles para lograr la neutralidad climática antes de 2050. En este contexto, el Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) reconoce que las emisiones netas de carbono se pueden reducir de dos maneras: disminuyendo la tasa a la que los gases de efecto invernadero se emiten a la atmósfera o incrementando la tasa por la que esos gases se retiran de la atmósfera gracias a sumideros de carbono.
En la actualidad, la mayor parte de las emisiones generadas por la agricultura están relacionadas con prácticas como la deforestación, el agotamiento de los suelos agrícolas por una sobreexplotación y excesivo laboreo del suelo, una gestión inadecuada de zonas húmedas etc. El principal indicador de la salud de los suelos agrícolas es la cantidad de materia orgánica que contienen. Por ello, la degradación de esta materia representa una amenaza para la productividad agrícola y seguridad alimentaria.
Sin embargo, los suelos agrícolas también pueden contribuir a la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, a través del secuestro de carbono atmosférico como carbono orgánico.
¿Cómo se produce el secuestro de carbono en los cultivos? El secuestro de carbono es el proceso de extracción del carbono o del CO2 de la atmósfera para almacenarlo en un depósito natural o artificial (sumidero de carbono). El proceso de asimilación de carbono en los cultivos tiene lugar por medio de la fotosíntesis de las plantas. El carbono entra en el suelo y se almacena como forma de materia orgánica estable.
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