El legado de Mosaic llega a su fin. Los navegadores pensados para ayudarte a “buscar” información se transforman, evolucionan, y dan paso a herramientas que toman decisiones y que ayudan a resolver problemas: son útiles.
Se acabó eso de buscar, surfear, navegar. Son verbos ya viejos, que nos transportan a una era de herramientas para acceder a Internet que te ayudan a saltar de un enlace a otro, y a explorar un mundo lleno de información. Han pasado ya 32 años desde que Marc Andressen y Eric Bina dieran a luz Mosaic, el primer visualizador de páginas web.
La herencia de Mosaic llevó a que otros, como Internet Explorer (luego Edge), Chrome, Firefox, Opera o Safari se convirtieran en las ventanas de acceso al nuevo mundo digital. Y hoy, en esencia, continúan haciendo lo mismo en un contexto nuevo en el que los comportamientos de interacción y de búsqueda de información y de producto han cambiado -o están cambiando- profundamente.
Una vez más la simbiosis entre tecnología y uso, están definiendo la próxima generación de herramientas para acceder a la información. Bueno, corrijo… La próxima generación de herramientas agentivas que resuelven tus necesidades durante el ejercicio de búsqueda, que se anticipan mediante patrones de uso, interés e interacción, y que construyen, idean, producen el mejor output posible para el usuario, convirtiéndose en “puentes” entre la búsqueda y las herramientas de uso cotidiano instaladas en tu sistema operativo. Se trata de una revolución silenciosa que está transformando la experiencia de usuario y reescribiendo las reglas vinculadas a la creación y distribución de contenido digital. En otras palabras, hablamos de pasar de “buscar en Google” a “resolver con IA”.
No estoy hablando de chatGPT, ni de Perplexity, ni de Claude, ni de Mistral… Hablo de los nuevos navegadores como Comet (Perplexity), Brave Leo, Opera Aria, Genspark, Google Mariner o OpenAI Operator, entre otros muchos que irán apareciendo en el mercado. Con la excepción de Google, ni a Microsoft (Edge) ni a Apple (Safari) ni a Firefox (Mozilla) se les espera. Y ya llegan tarde. Y eso anticipa un serio y drástico cambio de paradigma.
Se trata de las nuevas ventanas/interfaces de acceso a la información del mañana. Y no operan como te piensas. Son algo diferentes a lo que ideó Marc Andressen hace más de treinta años.
¿Te imaginas navegar por una web y que una caja contextual con CTAs (call-to-action) personalizados por contexto, te permitan comparar el precio de unas zapatillas con otros e-retailers de la competencia? ¿Te imaginas ver un video de YouTube, y que esa caja contextual te permita transcribir el video a texto y te monte una presentación de PowerPoint con los elementos clave? ¿Qué pensarías si tu “navegador”, tras visitar la web de Oppo, te ofreciese la posibilidad a un solo clic de hacer una tabla comparativa de otros móviles de características similares, clasificada por precio y con enlaces directos al precio más competitivo? Los nuevos navegadores lo hacen, y lo hacen porque agentes basados en IA gobiernan la lógica de tu navegación. Son mucho más que navegadores; son plataformas de productividad. El navegador ya no es un visor, una ventana al mundo, sino un hub operativo con capacidades de agente personal, conectado con herramientas (Google Drive, Notion, Slack, Whatsapp, PowerPoint, etc…) que operan de manera invisible en segundo plano.
La era de la UX conversacional
Despierten! Se están reescribiendo las reglas de juego de manera profunda. Ni Internet es lo que fue hace 32 años, ni las herramientas con las que accedemos a su contenido son las mismas. Son mucho más potentes y están pensadas para facilitar la vida de las personas. Y la diferencia es tan radical (de recibir enlaces a que te entreguen una solución útil), que viene acompañada de una redefinición de la experiencia de usuario, que ahora es una experiencia narrativa, de descubrimiento, interactiva y conversacional. Ahora le pedimos al mismo navegador que resuma ese artículo que tenemos abierto en la pantalla, que nos envíe un resumen por email, que nos monte una presentación de un documento que hemos encontrado, o que nos reserve un viaje.
Este nuevo escenario redefine cómo las marcas deben a partir de ahora repensar sus activos digitales. Necesitan explorar estos nuevos navegadores-agente y sus capacidades como canales de visibilidad. El dilema es claro y afecta a todas las marcas del mundo: Queremos seguir diseñando para los que buscan o construimos nuevas experiencias para los que ya no necesitan buscar. Y, creedme cuando os digo que, la diferencia es abismal.