Voluntad, empatía, creatividad, intuición, emoción, afán de superación. Son solo algunos de los valores diferenciales de las personas frente a las máquinas. Cuando se aborda la transformación digital, algunos se empeñan en plantear un debate maniqueo humano-máquina. Por supuesto, las personas no somos ni seremos más productivas que una máquina, un robot o un software de automatización de procesos –salvo que la empresa se quede sin suministro energético o se produzcan fallos industriales masivos–, pero aportamos algo único, insustituible, a las organizaciones. Aportamos talento.
Aunque sea obvio, conviene recalcarlo: la meta de la digitalización deben ser las personas, los trabajadores, el equipo humano… Hay innumerables tareas mecánicas, repetitivas o poco gratas que realizan personas y que una máquina, o una app, podrían hacer, de forma que el empleado pueda concentrarse más en labores de mayor valor añadido. Invertir en esa digitalización equivale a invertir en fomentar el talento.
Hace diez años en España los empleados de banca dedicaban muchas horas a atender a clientes que acudían al mostrador a sacar dinero y pagar recibos, pese a que esas gestiones las podían haber realizado en el cajero automático o mediante operativa online. Hoy los empleados de banca dedican cada vez menos horas a esas tareas, y más tiempo a trabajos de gestión interna, comercial y generación de nuevas vías de negocio. Sin duda, hoy son mucho más rentables para sus entidades. Lo mismo sucede con empleados de ventanilla en las administraciones públicas, en servicios de citas en ambulatorios y hospitales, etc.
La transformación digital de una empresa cobra su verdadero sentido cuando se hace pensando en el equipo, el cliente, el usuario. La digitalización no consiste (solo) en automatizar procesos; implica un cambio cultural, exige formar a empleados y directivos; obliga a romper con lo establecido. La meta es liberar talento y permitir que las ideas se desarrollen en una cultura que premie la innovación. Si una app resuelve el archivado y gestión administrativa de las facturas de comidas o recibos de taxi, ¿por qué dedicar a ello a personas talentosas y con otras inquietudes?
Es cierto que los robots pueden mandar al paro a las personas, por eso hay que formarse, entrenar nuevas capacidades y prepararse para esos nuevos empleos, entre los que resaltan los de técnico de impresión 3-D, científico de datos, desarrollador de apps, especialistas en marketing digital, analistas de seguridad informática, etc.
Al igual que la revolución de la máquina de vapor, la revolución eléctrica o la revolución industrial afectaron al empleo, la actual revolución digital acabará con algunos empleos, transformará otros y hará surgir nuevas ocupaciones. Como en las revoluciones precedentes, la clave no son las máquinas; la clave son las personas, la innovación, el talento.