La Inteligencia Artificial (IA) ya forma parte de un presente acelerado. En pocos años, ha pasado de ser una promesa futurista a convertirse en una revolución silenciosa que transforma de forma profunda y acelerada nuestra manera de vivir, trabajar y entender el mundo. Una revolución tecnológica que llega de la nada e influye de manera directa en cómo trabajamos, cómo aprendemos y en cómo nos relacionamos. Pero, sobre todo, es una herramienta que comprende lo que le exigimos y ofrece resultados rápidos y precisos, que destaca por su eficacia en el análisis y en el entendimiento de nuestras propuestas. Las empresas, por ello, ponen el ojo en las bondades de la IA y participan de forma activa en la automatización del trabajo para obtener resultados que antes lográbamos con nuestra inteligencia biológica, con sus defectos y sus tempos.
El impacto es enormemente transformador en todos los ámbitos: en el educativo, en el laboral, también en lo social. Y los investigadores sociales, de este modo, comienzan a complementar su trabajo con una herramienta que ya forma parte de una realidad vertiginosa. Pero ¿qué aporta realmente la IA a la investigación social, una disciplina generada por y para la comprensión humana?
De entre todas las utilidades, la categorización de los datos con la IA supone, no sólo un ahorro de tiempo considerable para el investigador, sino en la reducción de sesgos personales a la hora de interpretar el material. Entrevistas, transcripciones o encuestas no pasarán por ningún filtro humano que suponga un añadido subjetivo al trabajo de campo, permitiendo aportar mayor objetividad a lo largo del estudio. Además, facilita el manejo y la depuración de grandes volúmenes de datos que contribuyen a que el profesional dirija sus esfuerzos hacia aspectos más importantes para la investigación.
La optimización de las tareas y el ahorro de costos son algunas de las ventajas de la aplicación de la IA para empresas que se dedican a la investigación social, pero es solo la punta del iceberg de todo su verdadero potencial. Las compañías recurren a la IA, e incluso generan Inteligencias propias, porque las consideran instrumentos imprescindibles para ser eficaces y rápidos en la generación de resultados precisos, insights valiosos y soluciones inmediatas para enfrentar desafíos sociales complejos.
La IA también segmenta e interpreta para que el cruce de datos revele patrones y evidencie tendencias al alza. Permite comprender el contexto y, lo más importante, anticiparse. De todos los escenarios posibles, la IA aporta aquellos que aún no habías imaginado. La potencialidad de esta herramienta reside en eso: en prever lo que el humano no había previsto. Detectar riesgos y oportunidades, y sujetar cualquier decisión a lo puramente estadístico.
En ATREVIA sabemos que nuestra labor como investigadores no se debe ver arrastrada por prejuicios que anclen a la investigación social a métodos obsoletos. Que la IA viene para complementar y jamás sustituir la mirada humana. Integrarla en nuestros procesos de trabajo desde una mirada crítica -y, por supuesto, desde la cautela- permite adelantarnos a los desafíos emergentes de una sociedad cada vez más digitalizada y en constante transformación.
Por ello, desde el equipo de Estudios y Escucha Social Avanzada nuestra andadura con la IA ya ha comenzado, siendo todo un éxito. En los proyectos de Social Listening ya lo implementamos para obtener una categorización precisa a través de una fase previa de “educación” de la IA. La experiencia y conocimiento del equipo nos está permitiendo dotar de información y formas de interpretación a la herramienta para optimizar sus funciones y obtener los mejores resultados. En lo relativo a los estudios sociológicos la IA nos está impulsando en ofrecer mejores servicios al poder dedicarle más tiempo de calidad a un análisis más preciso, exhaustivo y de calidad, dejando a la herramienta la elaboración de cruces estadísticos y tabulación de resultados.