Alfonso Jiménez, en Executive Excellence: «Segunda carrera y el mundo de la inversión»

Alfonso Jiménez, Senior Partner de ATREVIA, ha participado en una nueva entrega de Executive Excellence, donde se aproxima al mundo de la inversión que se revela como una interesante vía de prolongación de la actividad profesional, siempre que esté en condiciones de aportar valor en la cadena de operaciones de los fondos.

Un escenario intrincado

El ecosistema inversor de capital tiene básicamente dos actores: los “inversores” y los “gestores”. Los primeros son los que se ocupan de aglutinar recursos de particulares, instituciones púbicas o de sociedades mercantiles para ser invertidos. Los segundos son sociedades u organismos públicos cuya actividad consiste fundamentalmente en la financiación de proyectos empresariales de pequeñas y medianas empresas a través de participaciones temporales en su capital social o mediante deuda.

Los inversores pueden tener distinta naturaleza: fondos de pensiones de sociedades mercantiles o entidades públicas, sociedades de inversión de familias (family office), bancos, aseguradoras, fondos soberanos de algunos países. En definitiva, son sociedades que aglutinan recursos financieros y que los colocan en diferentes activos en función básicamente de tres parámetros: retorno de la inversión, riesgo y horizonte temporal de la inversión.

En el entorno de los inversores, son los directivos de perfil financiero quienes tienen más opciones de encontrar oportunidades de segunda carrera, normalmente bajo el formato de senior advisor.

Dentro de los inversores, tal vez sería en las sociedades de inversión familiar en las que tienen más posibilidades, ya que en el resto suelen tener estructuras propias en sus equipos de gestión. Sin embargo, esta no es una vía con muchas oportunidades, no solo por el número de sociedades de este tipo y por los requerimientos técnicos financieros que se requieren, sino sobre todo por el altísimo nivel de confianza que requiere. No obstante, existen casos de altos directivos que en su segunda carrera dirigen, por ejemplo, las operaciones de inversión en estructuras de family office.

El otro gran bloque del ecosistema lo componen las sociedades gestoras que recogen recursos financieros particulares de los inversores y los invierten en proyectos empresariales de pequeñas y medianas empresas. Es el mundo que genéricamente se denomina de los fondos y cuya catalogación es compleja, pues constituyen un entramado con muchas alternativas en función de diferentes variables: fondos públicos o privados, fondos internacionales o nacionales, fondos genéricos o especializados, fondos de capital privado o de capital riesgo, fondos de capital o de deuda, además de algunos tipos de fondos especializados en determinadas inversiones, como es el caso de los fondos de reestructuración o los search funds.

Sin embargo, la clasificación más generalmente utilizada es la que se refiere al tipo de proyectos en los que se invierte, de modo que las sociedades de capital privado pueden agruparse en dos tipologías: las de capital riesgo (venture capital) que invierten en sociedades más noveles, normalmente con niveles de inversión (tickets) más bajos, y las que podríamos denominar propiamente de capital privado (private equity).

Ambos tipos de fondos tienen elementos comunes, como son la aportación de recursos financieros a sociedades mercantiles no cotizadas a través de su participación en el capital y, ocasionalmente, mediante deuda. Dicha participación puede ser mayoritaria o minoritaria y suelen tener el objetivo de ayudarlas a crecer y a mejorar su competitividad y, por tanto, con el objetivo último de generar valor y así obtener un retorno a dicha inversión, especialmente en el momento de su “salida”.

Además de recursos financieros, el fondo aporta un valor añadido importante basado en su conocimiento y la experiencia para hacer más grandes y rentables los proyectos, así como para liderar el futuro proceso de venta, una vez logrados los objetivos de generación de valor, para maximizar dicho valor en el mercado y cuyos beneficiaros serán el propio fondo, el resto de los accionistas y, en muchas ocasiones, el propio equipo directivo que ha liderado el proyecto.

El capital privado, bajo lupa

En estos momentos existe una gran controversia por el peso que los fondos van teniendo en el conjunto de la economía y por su propio modelo, que algunos consideran excesivamente especulativo y cortoplacista frente a un modelo tradicional de empresa de socios o empresa familiar que suele fijar unos objetivos a muy largo plazo, pensando en la sostenibilidad del negocio para las futuras generaciones.

Pero lo cierto es que el capital privado es muy útil como financiación alternativa para muchas sociedades que encuentran dificultades a la hora de acceder a recursos financieros por otras vías, como la tradicional financiación bancaria. Además, su participación genera un valor añadido por la transmisión de conocimientos y la experiencia de sus equipos, suponiendo un revulsivo a sociedades que, a veces, están encerradas en sí mismas, sin darse cuenta de las amenazas y las oportunidades que el mercado les ofrece, llegando a un punto de no retorno y con dificultades de supervivencia.

También el capital privado implica una inyección en la ambición empresarial en el momento de crecer orgánicamente, mediante la mayor exigencia a la estructura directiva y mediante la búsqueda de oportunidades de crecimiento inorgánico o incluso mediante la búsqueda de alianzas.

Para tener un orden de magnitud del sector de los fondos de capital privado, actualmente las inversiones de los fondos en empresas españolas alcanzan los 48.335M€, invertidos en unas 2.720 sociedades participadas de diferentes tamaños y que dan empleo aproximadamente a 514.165 personas, lo que supone aproximadamente el 2,44% de los trabajadores ocupados de nuestro país (21.056.700).

Los fondos de capital riesgo (venture capital) se orientan a empresas nuevas (start-ups) y pueden ser de diferente tipo (capital semilla, capital de arranque, other early stage o late stage venture), en función del momento en que se encuentra la sociedad, desde aquellas que aún ni siquiera están constituidas y que solo cuentan con un emprendedor y un plan de negocio creíble, a aquellas otras que ya han pasado por diferentes rondas de financiación. Estos fondos están hoy muy orientados a proyectos de tecnología e innovación y buscan propuestas con mayor probabilidad de éxito, a fin de conseguir invertir en un “unicornio”.

Por su parte, los fondos de capital privado propiamente dicho (private equity) son aquellos cuyos recursos se orientan a las empresas no cotizadas que están en crecimiento o consolidadas, son empresas de socios o empresas familiares en algunos casos con una larga trayectoria.

Las razones por las que estas empresas acuden a los fondos como vía de financiación alternativa pueden ser varias: desde el propio acceso a recursos financieros no bancarios, a la propia capacidad para seguir creciendo, o incluso ante las dificultades de sucesión del equipo emprendedor.

Por lo tanto, las operaciones de los fondos de capital privado pueden ser de diferente naturaleza:

  • Capital de expansión o desarrollo (Growth capital) orientadas al crecimiento de un proyecto sano, lo que supone normalmente grandes aportaciones de recursos, pero con menor riesgo al contar la sociedad con un recorrido histórico de éxito y cuyos recursos permiten la adquisición de activos fijos o aumentar el fondo de maniobra, acometiendo inversiones, la entrada en nuevos mercados o el crecimiento inorgánico.
  • Operaciones apalancadas (LBO) son inversiones en las que una parte de la operación es financiada con recursos de terceros que son garantizados por los activos de la sociedad y el resto por el propio fondo. En estos casos, las operaciones requieren altos volúmenes de inversión y el fondo se tiene que asegurar que la sociedad es capaz de generar los recursos para hacer frente a la deuda contraída en la propia operación.
  • Capital sustitución (Replacement) es cuando el fondo sustituye a la propiedad actual, por ejemplo, en empresas familiares sin relevo generacional o cuando una sociedad quiere desinvertir en una determinada rama de actividad, pero el equipo gestor se compromete a mantener la actividad. Un tipo de fondo de esta categoría son los search funds, en los que un proyecto en marcha sin sucesión es asumido por un nuevo emprendedor con la ayuda financiera del fondo. Son operaciones a tres partes (propiedad actual, nuevo emprendedor y el fondo). Este tipo de fondos de origen norteamericano ya ha llegado a nuestro país y posiblemente tendrán un gran desarrollo por razones demográficas, cuando miles de emprendedores baby-boomers, nacidos en los años 50 y 60, quieran retirarse y no tengan sucesión entre sus descendientes.
  • Capital de reestructuración (Turnaround) cuando el fondo ayuda en el rescate de una sociedad que atraviesa dificultades y necesita recursos para sobrevivir, lo que implica una reestructuración operativa de la sociedad para hacerla viable. Existen fondos especializados en este tipo de operaciones (restructuring funds) que se caracterizan por bajas inversiones, a veces ninguna, y mucho seguimiento del plan de viabilidad posterior hasta ponerlas en valor. Aunque son operaciones de alto riesgo, pueden generar un altísimo valor.

Senior advisors: buscadores u operativos

En general, los fondos están configurados con un número limitado de socios profesionales y una estructura propia sin holguras, formada por excelentes profesionales de las mejores universidades y escuelas de negocio con una fuerte especialización financiera y dispuestos a trabajar muchas horas. Ese modelo se complementa con la participación de profesionales de alto nivel con los que mantienen una relación mercantil en un formato de senior advisor, aunque en muchos casos se denominan senior partners.

Los fondos se apoyan en esta figura de manera habitual, ya que les permite tener una estructura de coste variable y un equipo “complementario” de gran experiencia para dos tareas: la búsqueda y valoración de nuevas operaciones y la supervisión de las operaciones realizadas. Así surgen dos tipos de senior advisors.

En primer lugar, estarían los “buscadores” de oportunidades, que son un tipo de senior advisor con dos misiones. La primera es la localización y evaluación de proyectos en los que invertir, pensando siempre en el valor futuro. En algunos casos, tienen un pago fijo (flat fee), que permite asegurar el vínculo del senior advisor con el fondo, y una retribución variable en función del éxito de cada operación (success fee).

El segundo tipo de senior advisor de fondos es el que podríamos denominar el “operativo” (Senior “Operating” Partner). Se trata del principal enlace entre el fondo y alguna o varias de las empresas de la cartera. Este profesional, que en muchos casos se denomina senior partner, aunque su relación y modelo encaja con el de senior advisor, es el encargado de asegurar que el equipo ejecutivo de la empresa cuente con los recursos, los miembros del equipo y los procesos que necesita para cumplir los objetivos establecidos en el plan de negocio del proyecto de inversión. Para realizar esta función de supervisión de la inversión, se requiere un gran conocimiento del sector y de su gestión. Esta figura puede incorporarse a los órganos de gobierno de la sociedad en representación del fondo o incluso ser nombrado presidente no ejecutivo de la misma. A veces se le pide que invierta individualmente en la operación, para incrementar su compromiso con el éxito de la operación.

En ambos roles, un directivo puede aportar un gran valor por su conocimiento de un determinado mercado y poner al servicio del fondo y de las operaciones todos sus activos acumulados en su pasado ejecutivo (conocimientos, experiencias, marca personal y red de contactos y relaciones).

Son muchos los directivos en cuya paleta de actividades de segunda carrera está la colaboración con el mundo de los fondos y seguramente será una gran oportunidad para futuros directivos en la prolongación de su actividad profesional.

Recomendaciones finales

Por último, algunos consejos para aquellos directivos que desconocen esta alternativa:

  • En general, el retorno económico que obtiene el profesional estará vinculado al éxito, por lo que no es recomendable en el caso de que el profesional requiera unos ingresos recurrentes; no obstante, en el caso de los grandes fondos internacionales, sí puede darse el caso.
  • Los niveles de dedicación son muy volátiles dependiendo de los proyectos. Habrá periodos de poca actividad y periodos de una dedicación muy alta, similar incluso a la que tendría en su carrera ejecutiva, por lo que no se recomendaría esta línea de actividad a profesionales que quieran tener bajas dedicaciones en las actividades de segunda carrera.
  • Como hemos descrito, existen innumerables fondos de diversa naturaleza en función de distintas variables, por lo que es importante identificar bien aquellos en los que cada perfil directivo puede resultar más valioso y no perderse en la localización de aquellos más atractivos para el profesional, recordemos que estamos en una etapa en la que el tiempo tiene un gran valor y no podemos dedicarlo, perderlo, excesivamente.
  • Es interesante para el directivo en su función ejecutiva establecer relaciones de calidad con el ecosistema de fondos, esto incrementará las oportunidades de acuerdo en su segunda carrera. Al final, detrás de los fondos, hay personas y profesionales.
  • En algunas operaciones, el fondo da la oportunidad al senior advisor que la va a “operar” a actuar como inversor particular con su patrimonio o incluso con un préstamo facilitado por el propio fondo, lo que implica un mayor compromiso con la operación.
  • En el caso de los fondos internacionales, es interesante entrar en contacto directo con la central del fondo, no solo con el partner de la oficina en la región.
  • Si el directivo que se inicia en esta nueva etapa de segunda carrera cuenta con un nivel patrimonial importante, puede incluso crear y liderar su propio fondo, en una mezcla de esta iniciativa con la de emprendimiento senior.

Entre las alternativas de segunda carrera de un directivo, esta es muy atractiva siempre que se esté en condiciones de aportar valor en la cadena de operaciones de los fondos: desde la facilidad para identificar operaciones, participar en el proceso de due diligence, valoración y negociación, como incluso en el proceso de supervisión de la propia operación.

Ya que existe una tendencia evidente de incremento de la participación de los fondos en las empresas de nuestro país, es previsible que aumenten las posibilidades de esta opción en los próximos años, siendo una manera muy clara de seguir aportando valor a diversos proyectos y, por consiguiente, a la generación de riqueza en nuestro país.

Puedes leer aquí el artículo completo publicado orisginalmente en Executive Excellence.

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