IMPACTOS DEL CORONAVIRUS EN HOGARES Y EMPRESAS: ¿CUALÉS SON Y CÓMO PREPARARSE?
Probablemente, la única certeza sobre la crisis global causada por el coronavirus es que no es un tema de corto plazo, sino que podrían pasar meses antes de que volvamos a algo parecido a la normalidad. Dependiendo de la duración y la profundidad de la crisis económica, se producirán cambios fundamentales en las dinámicas de los mercados, tanto de consumo como de producción. Anticipar acontecimientos y seguir de cerca estos fenómenos es clave para la supervivencia empresarial. Se ha convertido en un lugar común afirmar que el mundo no volverá a ser el mismo después de esta pandemia. Y aquellos que desde ahora estén en capacidad de leer tendencias, analizar mercados, planear mejor para enfrentar contingencias y contar con información confiable y de calidad tendrán una ventaja para triunfar en una globalización diferente.
Empieza a existir consenso entre los principales analistas económicos de que la crisis sanitaria producida por el COVID-19 nos conduce inexorablemente hacia una recesión global. Si bien es muy pronto para predecir todos los posibles impactos, los principales indicadores de actividad muestran una reducción significativa del crecimiento en China (que ya empieza a recuperarse) y crecimientos negativos tanto en Estados Unidos como en Europa para 2020. Bajo este escenario, el crecimiento mundial se reduciría a la mitad (de cerca de 3% a 1,5%) y con riesgo apuntado inclusive hacia una mayor contracción económica.
Los canales de transmisión económicos del coronavirus son múltiples, complejos y están interrelacionados. Para poder tener una mejor idea de las posibles consecuencias de este choque sorpresivo sobre nuestras vidas es clave entender los cambios en el comportamiento de los agentes económicos, principalmente hogares y empresas.
Sin embargo, también es fundamental analizar los impactos de las políticas gubernamentales y su capacidad de mitigar los efectos negativos que el coronavirus está teniendo y tendrá, tanto sobre la oferta, como sobre la demanda de bienes y servicios. Una mención especial merece el sector financiero, en que, aunque no es el epicentro de la crisis, tal y como fue en 2008-2009, ve aumentada su fragilidad por los impactos sobre los mercados globales y la situación delicada que enfrentarán hogares y empresas.
Comencemos por los hogares. El impacto de la crisis económica estará determinado por la pérdida de ingresos, la quiebra de pequeñas y medianas empresas, especialmente familiares, y los problemas financieros para hacer frente a obligaciones previamente adquiridas. No obstante, también son importantes los cambios en el comportamiento en los patrones de consumo que la pandemia está ocasionando.
Las preocupaciones sobre la salud de las familias, así como las medidas impuestas por los gobiernos a través del distanciamiento social y otras restricciones, están produciendo que el consumo se concentre en productos básicos (alimentos y medicinas), y se reduzca la adquisición de bienes y servicios no prioritarios (reforzado por la expectativa de menores ingresos futuros). Una pregunta importante es cómo estos efectos delinearán los patrones de consumo en adelante, pero probablemente los cambios serán sustanciales y afectarán a muchas industrias y proveedores de servicios.
Con respecto a las empresas, podemos destacar dos tipos de efectos: los reales y los de expectativas. En el ámbito real, el impacto del COVID-19 es evidente por la reducción de la demanda y las ventas, las restricciones a la mano de obra y la disrupción de sus cadenas de suministros, lo que lleva a su vez a la disminución de la producción, afectando negativamente las compras a otras compañías, incluyendo importaciones, y reduciendo también sus exportaciones. Por el lado de las expectativas, dada la incertidumbre causada por el coronavirus, las decisiones de inversión se postergan y los empresarios toman una posición de esperar hasta que haya mayor claridad en los escenarios económicos y comerciales. Lamentablemente, como ya estamos observando, esto llevará a despidos de personal y al cierre de compañías que no puedan capear el temporal.
Sector financiero
En el sector financiero, a pesar de que las instituciones han sido fortalecidas después de la crisis de Lehman, lo cierto es que las dificultades de tanto hogares como de empresas amenazan con suspensiones y atrasos de pagos que podrían causar un estrés adicional. Ello, aunado a la respuesta de políticas monetarias de los principales bancos centrales del mundo de reducir tasas de interés para paliar la crisis, también podría afectar negativamente a la rentabilidad de estas instituciones. El papel de los gobiernos en esta crisis es fundamental, porque además de ser claves en la resolución de la crisis sanitaria causada por el coronavirus, también tienen la oportunidad de mitigar algunos de los efectos negativos descritos sobre hogares y empresas. Aquí será crucial el uso inteligente de la política fiscal a través del gasto público, subsidios y la política tributaria.
Existen algunos factores transversales a todos los agentes económicos que probablemente cambiarán la formar de mirar al mundo y de operar. Una lección de esta pandemia es que, en un planeta interconectado, las amenazas globales deben enfrentarse con una lógica de acción colectiva. En este momento, la solidaridad es fundamental, y lo hemos visto en varias facetas de esta crisis: quedarnos en casa, reconocer a los trabajadores sanitarios, poner las empresas al servicio del bien común, son algunos de los efectos positivos de esta coyuntura que estamos viviendo. Imaginemos si utilizáramos esta “tecnología” que estamos aprendiendo para resolver otros asuntos globales como el cambio climático o la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible.
Ahora bien, ¿cuáles son los sectores de la economía mayormente afectados por la combinación de los cambios en los patrones de consumo, la reacción de las empresas a la crisis y las políticas públicas llevadas a cabo por los gobiernos? Los más obvios son los que son directamente impactados por las restricciones para contener la expansión del COVID-19: la industria de transporte aéreo; entretenimiento (incluyendo deportes); comercio; restauración; hoteles y transporte privado. Otras serán perjudicadas por los cambios en los patrones de consumo y la caída de ingresos de las familias, como la industria automovilística (además ya con problema por interrupciones en las cadenas de producción), y habrá que prestar atención a otras industrias como la de artículos de lujo, puesto que los cambios en el comportamiento de familias y la caída del poder adquisitivo probablemente afectarán negativamente sus ventas.
Algunos sectores que no serán tan golpeados por la crisis económica y hasta podrían salir fortalecidos son las industrias de la salud, la farmacéutica, los medios de comunicación, las telecomunicaciones, la industria de empaque y los servicios públicos (energía, agua y gas domestico). También es importante identificar sectores que podrían salir ganando, como la educación online, servicios de entretenimiento por internet y plataformas de trabajo colaborativo. Aunque es muy pronto para proyectar cambios en los patrones de consumo, lo cierto es que las medidas de distanciamiento social podrían tener un impacto importante en ciertos servicios, como, por ejemplo, compras online y otros servicios virtuales. Otro factor que cambiará el mercado laboral es descubrir las posibilidades y potencialidades del teletrabajo, que podría cambiar la dinámica de empresas, hogares y gobiernos.
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