Las empresas del siglo XXI pueden y deben sacar partido de la marca personal de sus profesionales y fomentar que el CEO y los ejecutivos top tengan una presencia relevante en las redes sociales.
Pero no todo vale. Para que esta estrategia tenga impacto positivo hay que construir una marca personal digital que no se quede solo en el envoltorio; una marca que tenga un producto excelente, que posea un valor diferencial único, sea auténtica y ayude a sacar provecho de las oportunidades de comunicación que brinda el ecosistema digital.
Al dar el salto a las redes sociales los directivos deben evitar a toda costa interpretar un personaje, manipular para alcanzar el éxito o buscar únicamente la reputación a corto plazo, ya que una marca personal debe ser sostenible en el tiempo y forjarse un prestigio. No vale de nada multiplicarse en Linkedin, Facebook, Twitter o Instagram porque otros lo hagan o para tratar de ser cool.
Tres reglas de oro para una marca digital rentable:
- Crear un ecosistema propio en el convivan dos especies fundamentales: ‘influencers’ (es decisivo seguir a los expertos, relacionarnos con ellos) y miembros de nuestra comunidad (participar en grupos y foros especializados). Además, es imprescindible mantener actividad offline como complemento, pues está demostrado que la marca personal se refuerza con la asistencia a eventos, conferencias, etc.
- Proyección externa e interna. Si se actúa como portavoz online, hay que ser consciente de que en todo momento se está representando a la compañía, tener en cuenta que internet tiene memoria y que al escribir posicionamos nuestra marca personal y también la imagen de la empresa. Por ese motivo, el portavoz solo debe pronunciarse si tiene absoluta certeza de que va a comunicar hechos y cifras irrefutables. En el ámbito interno, las cuentas personales deben registrarse usando una dirección personal, nunca el correo corporativo; y en caso de conversar sobre temas laborales desde perfiles personales, extremar la prudencia.
- Simbiosis entre redes profesionales y personales. Ser un referente en redes profesionales no está reñido con hacerse un nombre en las redes personales. Es decisivo, por ejemplo, posicionarse en LinkedIn porque esta red aporta muchas sinergias: es una gran base de datos profesional; una plataforma de búsqueda de empleo y captación de talento; un entorno en el que mostrar (y hacer valer) conocimientos y aptitudes. Por su parte, redes personales como Twitter, Facebook, Instagram, etc., son excelentes herramientas de autopromoción, generan tráfico para la web de la empresa, dinamizan los contenidos del blog personal y profesional y ofrecen información inmediata sobre tendencias.