Esta semana, La República, uno de los diarios económicos y financieros más importantes de Colombia, ha publicado la nueva tribuna de Núria Vilanova titulada Las fake news, el otro virus global. Al igual que nadie está a salvo de contagiarse del coronavirus, tampoco ningún gobierno, empresa, marca o institución está hoy a salvo de ese otro virus global que son las ‘fake news’. Pero, para protegerse, hay que saber a qué nos enfrentamos.
«Estamos en una sociedad desintermediada, sin jerarquía, donde todos los usuarios son receptores y emisores. Un caos que deja vía libre a las ‘fake news’ y que solo acabará cuando existan instrumentos legales y tecnológicos eficaces para frenar el fenómeno.
Común a todas las ‘fake news’ son la velocidad instantánea a la se propagan; el estar impulsadas tanto por organizaciones estatales como privadas y la dificultad para exigir responsabilidades a los autores. Otros datos a tener en cuenta: cerca de 70% de los tuits que recibimos los generan ‘bots’; una noticia falsa, según el MIT, se difunde seis veces más rápido que una verdadera; solo existe un 50% de posibilidades de que la gente se crea la rectificación y, según un reciente estudio, FB no ha detectado 70% de los bulos en español sobre la pandemia.
Además, las ‘fake’ adoptan múltiples formas y todas perjudiciales. Desde enlaces a dominios falsos o cadenas con cheques-regalos inexistentes, a otras más sofisticadas como los ‘deepfakes’, montajes de video o audio del que ha sido víctima hasta Mark Zuckerberg. Otra figura es la de los ‘fakeyoutuber’ que, legitimados entre sus millones de seguidores, a veces difunden teorías conspirativas asociadas a empresas y organizaciones.
Vistas cómo son, hay que saber cómo combatirlas. No es fácil, pero no imposible siempre que toda empresa, organización o institución cumpla cinco puntos básicos. El primero, fijar una monitorización constante de tiempo real de lo que ocurre en las redes. Una escucha activa y una ciber-inteligencia que haga seguimiento de nuestros circuitos de influencia. El segundo, el refuerzo de perfiles digitales tanto propios como de posibles aliados (‘influencers’, instituciones o asociaciones empresariales) que nos permitan atacar a las ‘fake news’ en el mismo canal donde surgen.
El tercero, una comunicación activa y personal. Hay que decir adiós a los comunicados asépticos y dejar paso a los audios y videos de CEO y máximos directivos, para reforzar transparencia y credibilidad. El cuarto, una reacción inmediata. No hay que esperar a que llamen los periodistas. Tenemos que dar nuestra versión cuanto antes, recurriendo a fuentes verídicas, dejando huella digital y llegando a todos nuestros públicos. Y, el quinto, no olvidar a la prensa. Cuando las noticias falsas saltan de las redes sociales a otros canales, los medios son de gran ayuda para difundir nuestro mensaje.
Y hay dos claves más para evitar resultados catastróficos para nuestra reputación: adelantarse a los acontecimientos y escuchar a los expertos».
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