La primera ministra británica, Theresa May, ha aceptado el nuevo calendario acordado por sus socios de la Unión Europea para retrasar de nuevo su salida del bloque hasta el 31 de octubre, cuatro meses más de lo que en un principio Londres había solicitado. Todo ello sujeto a varias condiciones, la más importante, la participación de Reino Unido en los próximos comicios europeos de mayo.
La decisión se presentó de madrugada, tras una reunión de los Estados miembros a puerta cerrada de casi cuatro horas el pasado miércoles, en la que la May no participó, puesto que ya se había contado con su presencia antes para responder a las dudas del resto de líderes, durante poco más de una hora.
La prórroga contará con una revisión en el mes de junio, durante la tradicional cumbre de verano del Consejo Europeo, del 20 al 21 de junio. Sin embargo, será sólo una reunión de reflexión, en la que se repasarán los progresos que se hayan alcanzado desde el lado británico. Según las palabras del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en la rueda de prensa posterior, “no hay intención de negociar nada en junio”.
Este calendario, a medio camino entre las exigencias de May y las especulaciones que se habían planteado sobre una posible prórroga mucho más extensa planteada por parte de los veintisiete, parece ser la mejor solución posible para el presidente del Consejo, Donald Tusk, quien pidió en la rueda de prensa que los británicos “no la desperdicien esta vez”. La líder británica no quiere perder el tiempo y ya ha anunciado que la decisión tomada le va a permitir retomar sus conversaciones con el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, e intentar encontrar una mayoría entre los diputados británicos que de finalmente su visto bueno al tratado de retirada. Y es que esta nueva extensión puede terminar en cualquier momento, y si el país consiguiese aprobar un acuerdo, la salida se produciría el primer día del siguiente mes que esto ocurriese. Por ello, la determinación de su Gobierno sería aprobar el acuerdo antes del 22 de mayo, para no tener que participar en las elecciones europeas y salir oficialmente de la UE el sábado 1 de junio. Hasta ese momento, Reino Unido, sigue teniendo los mismos derechos y obligaciones que el resto de Estados Miembros.
Esto último, a lo que desde el club comunitario se ha intentado restar peso, animando incluso a intentar no dramatizarlo, va a ser el mayor foco de problemas para la estabilidad de la Unión y la toma de decisiones de los próximos meses si no se consigue llegar a un acuerdo pronto. Tal y como afirmaba el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, poco antes de la cumbre, esto podría mermar la actividad del funcionamiento de la institución, que variaría el número de escaños en función de la salida de Reino Unido, de 751 a 705.
Próximos pasos:
No obstante, de cumplir con el calendario acordado y producirse la salida el 31 de octubre, se haría un día antes de que tome posesión la nueva Comisión Europea. Uno de los portavoces del Ejecutivo comunitario explico la noche del miércoles que los británicos participarán en el proceso de elección del nuevo presidente de la Comisión, pero que previsiblemente no contarán con comisario. Eso quiere decir que Julian King, actual comisario de la Unión de la Seguridad, será el último comisario británico. Con todo, Jean-Claude Juncker, ha recordado que el nombramiento del próximo presidente o “los nuevos acuerdos comerciales” solo requieren una mayoría cualificada, por lo tanto, ningún posible sabotaje británico podría salir adelante.
May ha afirmado que su país seguirá cumpliendo con sus obligaciones como miembro del bloque “con cooperación sincera”. Aunque algunos de los diputados británicos más radicales en favor del Brexit han anunciado su firme compromiso para boicotear las futuras votaciones en la Unión y hacer notar su malestar. Al parecer pretenden castigar al resto de Estados por tener que continuar en la UE, aunque esto último esté causado por el bloqueo parlamentario de su propio país.
Será ese mismo Parlamento quien tendrá que dar los siguientes pasos, puesto que es quien tiene ahora “la pelota en su tejado”, como recalcó Pedro Sánchez tras la cumbre.