La Comisión Europea ha presentado un documento que marcará el porvenir del sector agroalimentario en Europa en la próxima década: la estrategia “De la Granja a la Mesa”. Un texto que define las líneas maestras que abordará el Ejecutivo comunitario en los próximos cuatro años, así como el calendario previsto para trabajar cada iniciativa. Vinculada al Acuerdo Verde Europeo y reformulada por los efectos de la pandemia de la COVID 19, esta estrategia muestra la ambición europea para lograr un sector agroalimentario sostenible a la que vez resiliente, cuando además ha quedado demostrado que la seguridad nacional de los Estados pasa también por garantizar los suministros de productos esenciales.
Para lograr este objetivo, la Comisión publicará diferentes iniciativas que posteriormente deberán ser debatidas y negociadas entre el Consejo de la UE y el Parlamento Europeo, así como implementadas, en el aspecto técnico, bajo el proceso de comitología, lo que implica un nuevo espacio de debate para tener en cuenta. Se abre por lo tanto un periodo de reflexión y participación en las instituciones europeas sobre uno de los pilares políticos de la Unión (y donde la UE es la máxima referencia legislativa), que concentrará gran parte de los esfuerzos políticos de asociaciones, empresas y ONG.
La Estrategia planteará grandes cambios en cuanto a la actividad del sector primario, limitando el uso de pesticidas y fertilizantes, e incentivando, a través de la nueva PAC, prácticas agrícolas más sostenibles, como es la captura de carbono. Asimismo, busca satisfacer las necesidades de un consumidor cada vez más exigente y mejor informado, proponiendo nuevos sistemas de etiquetado que incluirían etiquetados de huella medioambiental o de bienestar animal. La Comisión además amplia su concepción de sostenibilidad medioambiental, incluyendo entre los aspectos a tratar el uso de energías renovables en la producción primaria, modificaciones en el envasado alimentario o incluso objetivos de reducción vinculantes del desperdicio alimentario. Finalmente, la interlocución y la colaboración con el sector se convierte en una línea de acción transversal, con propuestas de códigos voluntarios de buenas prácticas empresariales y marcos de gobernanza sostenibles, si bien la Comisión Europea avisa que monitorizará las acciones para que las palabras se correspondan verdaderamente con los hechos.
Se avecina no solo una revolución en la producción del sector agroalimentario, sino también en la relación entre marcas y consumidores, ya que estos dispondrán de mayor y mejor información sobre el origen, fabricación y calidad de los productos que consumen. El debate político se antoja complejo, ya que en él se mezclarán discursos aspiracionales con argumentos técnicos en procesos interrelacionados, ya que, por ejemplo, la tramitación de varias legislaciones actualmente en marcha, como la denominada “Ley del Clima” europea, tendrán una influencia inmediata en el alcance de la Estrategia “De la Granja a la Mesa”. A esto hay que sumarle la influencia que puede tener el clima político.
Por todo esto, los representantes de los sectores involucrados en esta transición hacia un modelo más sostenible de producción deberán pues mantener una presencia y atención constante en el entorno europeo y poder demostrar, con hechos, como pueden contribuir a la nueva visión que plantea la Comisión Europea.