Son muchos los que afirman que la televisión ha pasado a mejor vida y que ya no forma parte de su rutina. El auge de las series y las nuevas plataformas como Yomvi o Netflix han contribuido a esta práctica. Pero ¿y si la tele no ha muerto? Quizá se está transformando y nos ha tocado vivir un momento de transición. Antes de cualquier afirmación, tenemos que tener en cuenta a todas las generaciones. En algunos colectivos, la televisión sigue ocupando un lugar presidencial en sus salones.
Así lo demuestra el último Estudio General de Medios: los españoles consumimos una media de casi cuatro horas diarias de televisión, siendo la franja de mayores de 65 años los que más eligen esta opción de ocio. Por lo tanto, no debemos descuidar a este colectivo si nuestras marcas quieren alcanzar a estas audiencias.
Los grupos de menor influencia son aquellos que comprenden entre los 14 y 34 años, que apenas llegan al 25%. Pero son muchos de estos telespectadores los que protagonizan una nueva forma de “ver” la televisión en dos pantallas. La pantalla principal sería Twitter y su complemento la televisión.
Fenómenos como Eurovisión conviven con una conversación paralela y toda clase de memes circulando por las redes sociales. Y, por supuesto, los debates políticos, tan presentes en los últimos meses, se viven como una auténtica revolución en Twitter. La mayoría de los programas, conscientes de este hecho, crean sus hashtags sombreimpresos en las pantallas para que todos sus seguidores comenten las anécdotas o escenas de su serie favorita. Este nuevo espectador toma protagonismo e interactúa. Llega a ser tan protagonista que incluso ejerce poder sobre el contenido.
Un ejemplo reciente es el vivido por el programa Land Rover Tunai Show de la Televisión Gallega. La cadena emitía su último programa de la temporada y un seguidor creo el hashtag #LandRoberBis. El presentador retó a la audiencia a convertirlo en Trending Topic Nacional y el resultado fue: récord en televisiones autonómicas con 30.000 tuits, superó las cadenas nacionales y ocupó el séptimo puesto en el ranking nacional, pero sobre todo logró que los espectadores decidieran sobre el futuro del programa.
Este es un ejemplo de lo que viviremos en los próximos años: seremos participes de la relación de poder entre televisión y espectador y de cómo irá graduándose hasta lograr una mayor interacción y una nueva forma de consumo.