Comienza el año y, además de disponer de una amplia gama de nuevos coleccionables, resuenan en nuestras mentes los “buenos propósitos”. Ecos del pasado que vuelven cada uno de enero con fuerza porque “por h o por b”, no hemos sido capaces de llevarlos a la práctica.
He aquí los clásicos de telediario: dejar de fumar, ir al gimnasio, aprender inglés… La cuesta de enero se nos hace todavía más cuesta arriba con esta mochila mental.
Pero, ¿y si este 2017 nos centramos en aplicar unos propósitos más sencillos y alcanzables? Aquellos que podamos hacer todos los días, especialmente en el entorno laboral.
Comencemos por arrancar unos básicos de la Comunicación, que es lo nuestro. Veamos. Entre los diez errores más frecuentes, 7 de ellos están relacionados directamente con una mala comunicación interpersonal. El más frecuente es la falta de escucha, pues se trata de la queja más habitual de los empleados. La escucha es la base de la comunicación, de la confianza, del aprendizaje. Pero las prisas, los nuevos canales y la falta de interés nos llevan, desgraciadamente, a pasar por alto este factor que tanto determina la eficacia en la comunicación. Cuando hablamos de la escucha no sólo se trata de asentir con la cabeza, ni de mirar profundamente a los ojos; se trata de reformular el discurso de mi interlocutor en señal de comprensión del mensaje, de poner toda la atención mientras escucho. Pero también se trata de obrar en consecuencia tras la escucha. Pongamos pues “Escucharé mejor” como propósito primero del año nuevo. Sencillo, ¿verdad? Y además, gratis.
Vayamos con el siguiente “clásico”: la falta de empatía. ¿Cuántas veces nos quejamos de que al otro (sea jefe, compañero o subordinado) ni le va ni le viene mi situación ni mis circunstancias? Mostrar empatía por alguien es, casi siempre, pasaporte hacia una comunicación eficaz. Ponerse en el lugar del otro no es sólo un elemento determinante en el proceso persuasivo. Va más allá, pues deja entrever cierta generosidad y voluntad de entendimiento. Permite contextualizar, tomar mejores decisiones y llegar a un consenso más rápidamente en caso de conflicto. Es, también, mi propósito nº 2 para el 2017: “Empatizaré más”.
Para terminar, me centraré en el paralenguaje, concretamente el tono y el volumen de la comunicación. Perder los nervios en una situación conflictiva nos lleva a veces a no controlar el tono de la conversación, subiendo el volumen o tensando vocalmente el mensaje. Esto dificulta enormemente la capacidad de asimilación y comprensión del mensaje por parte de mi receptor pues, a veces, un grito lleva al bloqueo mental del contrario y, por tanto, es ineficaz para conseguir nuestros objetivos y genera un recuerdo negativo para futuras ocasiones. Pongamos pues en tercer orden de nuestros propósitos “Controlaré mejor el tono de mi comunicación”.
Resulta evidente que no descubro la pólvora en estas líneas, pero creedme si os digo que si mejoráramos en estos tres aspectos avanzaríamos notablemente en la eficacia de la comunicación y, en consecuencia, en la modificación de hábitos y comportamientos de nuestro entorno. Atrevámonos este nuevo año a incorporar pequeños consejos en el día a día de nuestra comunicación. Feliz 2017.