
Curso electoral
El nuevo curso político que se abre en septiembre 2018 y que se clausurará con las elecciones al Parlamento Europeo en la primavera del año que próximo, viene cargado de citas electorales en Europa. A las elecciones parlamentarias suecas celebradas ayer, se sumarán en octubre las presidenciales en Irlanda y las parlamentarias en Letonia y en Luxemburgo, estando prevista la celebración de nuevos comicios a lo largo de los primeros meses de 2019 en Finlandia, Estonia, Eslovaquia y Bélgica. Estas elecciones al Parlamento europeo llegan en un momento crucial tanto para el futuro de la Europa comunitaria, como el funcionamiento de los sistemas políticos del conjunto de Estados miembros.
Elecciones suecas: el ascenso de los Demócratas Suecos.
Los comicios celebrados ayer en el país escandinavo eran importantes porque diversas encuestas auguraban un fuerte crecimiento al partido de la derecha nacionalista Demócratas Suecos, un partido situado a nivel internacional en compañía de Alternativa por Alemania o el UKIP en el Reino Unido. Fundado en 1988 fruto de la fusión de pequeños partidos de extrema derecha, el partido no ha dejado de crecer desde el inicio de la crisis económica: entraron por primera vez en el parlamento en 2010, al obtener poco más del 5% de los votos, lo que les supuso ganar veinte escaños, cifra que doblaron con claridad cuatro años después para, con el 13% de los votos, obtener 49 escaños en el Riksdag – el legislativo unicameral sueco, compuesto por 349 diputados-.
De cara a las elecciones celebradas ayer, los sondeos les auguraban una nueva subida, después de haber realizado una campaña basada en la seguridad y la inmigración y sabiendo de antemano que el resto de fuerzas – concentradas en dos bloques principales- habían establecido un «cordón sanitario» con ellos, acordando llegado el caso no realizar pactos de gobierno con ellos. Finalmente, los sondeos se cumplieron en parte y, con un 17,6 % y 62 escaños, se convierten en la tercera fuerza en el parlamento. Si bien alguno de estos sondeos llegaron a dar un apoyo de hasta el 24 %, el aumento de 4,6 puntos porcentuales respecto a los resultados de hace cuatro años es muy relevante, ya que puede modificar los discursos de los restantes partidos sobre estos asuntos, como ya ha ocurrido con algunas posiciones de los liberales y conservadores, especialmente en cuanto a la inmigración, visiblemente más duro que en legislaturas anteriores.
Consecuencias
Los bloques de centro-izquierda y centro-derecha quedan casi empatados, provisionalmente 144 escaños el bloque roji-verde y 143 la Alianza que agrupa a liberales, moderados y democristianos, lejos en ambos casos de la mayoría absoluta de 175 escaños. Ante esta situación, el primer ministro, el socialdemócrata Stefan Löfven, ha ofrecido establecer una gran coalición a la alianza de centro-derecha, que estos partidos no aceptarán sin negociar previamente. Si el Partido Moderado ve imposible liderar un gobierno en minoría con sus socios liberales y conservadores, posiblemente terminarán cediendo su apoyo a la centro-izquierda para un gobierno en minoría de continuidad, pero a cambio de atender a sus posturas sobre el empleo y la economía, y de endurecer la posición general sobre la inmigración, mayor atención a seguridad, y el trabajo por un mayor peso de Suecia en la toma de decisión de la Unión. De no llegarse a este acuerdo en un máximo de tres meses de negociaciones y cuatro intentos de voto en el Parlamento, la repetición electoral podría tener lugar a partir del 24 de diciembre, con el riesgo de aumento de los apoyos a la derecha populista que esto conllevaría.
De cara a las elecciones europeas, el resultado afecta especialmente al bloque socialista, que observa cómo, exceptuando Portugal, continúa la pérdida de apoyos en sus feudos tradicionales – el partido socialdemócrata sueco ha ganado todas las elecciones suecas desde hace más de 100 años, pero en esta ocasión ha obtenido su porcentaje de apoyos más bajo desde 1908, con el 28 %-. Asimismo, el apoyo a los partidos populistas eurófobos ahonda en la brecha pro-anti Unión que parece que va a dividir en dos bloques las candidaturas de las próximas elecciones, sabiendo que la pro-europea la lidera con fuerza el grupo que está empezando a construir Macron. Si bien hasta la fecha los partidos críticos y contrarios a la UE habían conseguido hacerse un hueco discreto en el Parlamento Europeo, y ciertamente no se prevé que alcancen una mayoría significativa en las próximas elecciones que ponga en riesgo los cargos institucionales más importantes, la fuerte participación electoral de sus votantes – muy superior a los más apáticos pro-europeos- puede terminar facilitándoles el control de las agendas políticas y las presidencias de comisiones parlamentarias relevantes.