El mercado inmobiliario español vive un 2025 de fuerte dinamismo. Según estimaciones de consultoras como Cushman & Wakefield, Deloitte o Savills, el volumen de inversión podría alcanzar los 17.000 millones de euros este año, lo que supondría un aumento cercano al 20% respecto a 2024. La mejora del contexto macroeconómico (con PIB al alza, inflación estabilizada y tipos de interés a la baja) ha reforzado la confianza de inversores internacionales.
Los segmentos más activos son el residencial (con especial foco en alquiler y flex living), el hotelero y la logística. Operaciones como la opa de Neinor sobre Aedas, la compra de Livensa por Nido (1.200 millones) o la entrada de Pontegadea en Diagonal Garden en Barcelona reflejan la magnitud de las transacciones en curso. También destacan movimientos en oficinas y centros comerciales, con carteras en venta valoradas en cientos de millones.
La falta de producto prime en sectores estratégicos acentúa la presión inversora, mientras que el capital privado mantiene un papel protagonista. Expertos de PwC, KPMG y CBRE coinciden en que el pipeline actual sitúa a España como el mercado preferido en Europa, incluso por delante de destinos tradicionales. Con la vista puesta en el último trimestre, el sector podría cerrar uno de sus mejores ejercicios desde 2018.