La transformación es por tanto la nueva norma, y la comunicación está emergiendo como el factor crítico de éxito. Así se desprende del Índice de Preparación para la Transformación 2025 elaborado por PROI Worldwide, red de consultoras independientes de comunicación, de la que ATREVIA es aliada. Pero cuidado, los resultados señalan que sólo el 26 % de las organizaciones comunica eficazmente durante los grandes procesos de cambio. La consecuencia de ello: ejecuciones retrasadas, pérdida de confianza y oportunidades desaprovechadas.
Aún hay brechas significativas entre la voluntad de transformarse y la capacidad real de lograrlo de forma exitosa. En nuestra experiencia desde ATREVIA hemos aprendido también que transformar estructuras, procesos o incluso modelos de negocio no es suficiente si no se transforma, en paralelo, la forma en que comunicamos.
Uno de los hallazgos más interesantes de este estudio global, fruto de un exhaustivo trabajo de investigación que recoge la visión de más de 650 ejecutivos y 25 expertos en transformación organizacional de 30 países, es la distancia que hay entre la importancia que los líderes otorgan a la comunicación y la eficacia con la que ésta se implementa. Casi todos los directivos la consideran esencial para el éxito y, sin embargo, sienten que las transformaciones no acaban de conseguir los objetivos deseados. Y cuando se profundiza en estas percepciones, aparece un dato contundente: las transformaciones fracasan, en gran parte, por no saber comunicar el cambio.
¿Qué es lo que sucede para que se produzca esta distancia? La falta de estrategia comunicativa, la desconexión entre la alta dirección y la gerencia media, la ausencia de espacios para el diálogo y la falta de retroalimentación suelen derivar en resistencia interna, pérdida de confianza y oportunidades desaprovechadas. La variable humana emerge como elemento crítico. La empatía, la claridad en los mensajes y la coherencia entre discurso y acción son la base para generar confianza y movilizar voluntades. La transformación no se impone: se construye a partir de la participación, la narrativa compartida y la capacidad de la organización para escuchar y adaptarse.
El estudio que tiene carácter europeo también subraya la necesidad de abordar el cambio como un proceso, no como una meta puntual. La monitorización constante de las estrategias de comunicación permite anticipar tensiones, identificar oportunidades de mejora y sostener el impulso necesario para que el cambio se arraigue y perdure.
La experiencia adquirida acompañando a nuestros clientes en numerosos procesos de transformación interna y externa nos marca algunas claves que aplicamos en cada proyecto que abordamos: planificación de la comunicación desde el inicio, desarrollo de un liderazgo visible y auténtico, trabajo junto a los líderes intermedios como facilitadores del cambio, desarrollo de narrativas que conectan y adaptación cuidadosa de mensajes a cada público.
Además, la transformación entendida como un proceso continuo, exige también una actitud abierta a la revisión y el ajuste. Escuchar, analizar y actuar sobre la retroalimentación permite a las organizaciones convertir el cambio en una capacidad organizativa, no en un hito puntual.
Solo el 56 % de las organizaciones revisa regularmente sus esfuerzos comunicativos, y apenas el 52 % utiliza analítica de datos y métricas de participación. Además, herramientas como encuestas y formularios de feedback están poco aprovechadas: únicamente el 50 % de las organizaciones las emplea de manera constante. Estas carencias implican que muchas organizaciones avanzan basándose en suposiciones, en lugar de en datos y percepciones en tiempo real.
En definitiva, el estudio nos invita a reflexionar sobre el papel estratégico de la comunicación y ofrece claves prácticas para quienes buscan impulsar transformaciones que perduren. Porque en un entorno donde el cambio es la única constante, la comunicación no es un accesorio: es la verdadera palanca para construir futuro.