Claves de la comunicación: especial LATAM (#ATREVIACovid19)

En América Latina está empezando la pandemia de coronavirus que paralizó China entre diciembre y marzo y que está golpeando Europa desde febrero. Sin embargo, visto cómo se ha desarrollado la enfermedad, todo apunta a que en pocas semanas, cuando China pueda dar por superada la crisis y la UE vea declinar la pandemia, Latinoamérica atravesará o se acercará a la máxima expansión del virus en una región que, en su parte sur, camina hacia el invierno austral.

La expansión por el mundo del coronavirus y su llegada y avance en América Latina debe contemplarse desde cuatro ámbitos diferentes, pero que se interrelacionan e influyen unos en otros: el sanitario, el económico, el político y el social.

Los efectos del Covid19 en Latinoamérica implican un incremento de la incertidumbre económica que tendrá, a su vez, una derivada política y otra social, al aumentar la presión sobre las administraciones en general y los sistemas sanitarios en particular de unos países que afrontan esta crisis con escaso margen para incrementar el gasto y el endeudamiento a fin de hacer frente a las necesidades financieras para combatir la enfermedad.

La evolución de la economía latinoamericana se vincula, por lo tanto, a cómo se comporten las economías de China, Unión Europea y EEUU y cuánto tarde el disminuir la expansión de la pandemia. Las previsiones para 2020 indicaban una expansión del 1,8%, pero la crisis del coronavirus hundirá esa perspectiva: la Unidad de Inteligencia de ‘The Economist’ ha bajado las previsiones a una horquilla de entre el -0,4% y `+0,2% desde su anterior previsión de un 0,9%.

El impacto será general para toda América Latina: van a ser golpeados tanto los países más vinculados a China (no solo por la parálisis que ha sufrido el país asiático, sino por el tiempo que tarde en regresar el gigante asiático a la normalidad) e, igualmente, van a sentir los efectos aquellas naciones más vinculadas bien con la UE o bien con EEUU que, al menos, hasta mediados de año van a ver sus economías paralizadas.

En el caso de que crezca el brote de Covid19 en América Latina y el Caribe, el impacto podría ser signifi cativo con la posibilidad de que los servicios de salud se vean sobrecargados por una gran demanda de atención hospitalaria especializada y de cuidados intensivos. El Índice Global de Seguridad Sanitaria apunta a que el poder de protección de dichos sistemas es “medio”, con cuatro países situados en la clasifi cación de “peor preparado” (Guatemala, El Salvador, Honduras y Venezuela). Los problemas de infraestructura sanitaria afectan a toda la región, ya que ningún país destaca por su preparación y algunos se encuentran en una situación de extrema fragilidad.

La expansión de la pandemia por América Latina va a tener una primera derivada de tipo político, además de las económicas, sociales y sanitarias. Esta crisis se da en un momento de profunda debilidad de la mayoría de los gobiernos de la región, que no han conseguido encauzar de forma adecuada, en los años recientes, las demandas sociales de las clases medias emergentes. Y no lo han hecho precisamente en el área que se va a poner más a prueba en esta crisis que viene por la expansión del coronavirus: los servicios públicos.

Ante la posible crisis que se avecina, América Latina tiene que hacer valer su ventaja comparativa para compensar sus debilidades estructurales. Los países latinoamericanos no tienen ni los medios, ni los recursos, ni la tecnología, ni la capacidad de acción para seguir el ejemplo de Corea del Sur. Su principal ventaja comparativa es el tiempo. El que posee gracias a que a la región ha llegado con retraso el Covid19 y las administraciones públicas conocen cuáles han sido los aciertos (de China y Corea del Sur) y los errores (en la UE y EEUU) que se han cometido a la hora de afrontar el reto sanitario.

1-. Los efectos económicos

En primer lugar, la pandemia del coronavirus, que ha hundido las bolsas europeas y la estadounidense, derrumbado los precios de las materias primas, en especial el petróleo, y paralizado la expansión económica china y la de Unión Europea, va a causar renovadas y profundas presiones a la baja sobre el crecimiento de las economías latinoamericanas.

La magnitud del impacto dependerá del tiempo que tarde China en regresar a la normalidad (una vez controlada, como parece, la epidemia en este país) y de cómo evolucione la enfermedad en EEUU y en la UE que ahora es, según la OMS, “el epicentro de la pandemia”. Por el momento, el impacto estimado en América Latina es moderado, especialmente en comparación con Asia. Pero, con una zona europea decreciendo y unos EEUU moderando considerablemente su expansión, América Latina no podrá escapar de una caída de su economía, arrastrada por la lenta recuperación de la demanda china, por la fuerte crisis europea y la baja demanda estadounidense, que se traducirá en la debilidad de los precios de las materias primas.

Los países latinoamericanos ya sufren la actual contracción del 2% de la producción de China, a lo que se unirá la más que posible recesión europea (la Comisión ya ha advertido de que “es muy probable que el crecimiento para la eurozona y la UE en su totalidad caiga muy por debajo de cero este año”) y un parón de la expansión de EEUU.

La evolución de la economía latinoamericana se vincula, por lo tanto, a cómo se comporten las economías de China, la UE y EEUU y a cuánto tarde el disminuir la expansión de la pandemia. El principal riesgo se sitúa en que esta enfermedad no solo alcance mayores niveles de propagación (algo inevitable), sino que su duración se extienda más de lo esperado. Esta nueva situación producida por la pandemia no hace sino profundizar la incertidumbre que ya venían padeciendo las economías, que acumulan un desde 2013 un periodo de desaceleración, estancamiento o crisis. Las previsiones para 2020 indican una expansión del 1,8%, pero la crisis del coronavirus hundirá esa perspectiva:

– La Unidad de Inteligencia de ‘The Economist’ ha bajado las previsiones a una horquilla de entre el -0,4% y solo el +0,2% desde su anterior previsión (0,9%).

– El banco de inversión Barclays considera que la economía mexicana registrará una nueva contracción en 2020, del 2%, debido a la acumulación de tres choques simultáneos: el impacto en las cadenas de valor sobre las manufacturas por la situación de China; el descenso del turismo y el impacto del coronavirus en territorio mexicano.

 

2-. Los diferentes niveles de impacto

El impacto será general para toda América Latina: van a ser golpeados tanto los países más vinculados a China (no solo por la parálisis que ha sufrido el país asiático sino por el tiempo que tarde en regresar el gigante a la normalidad) e, igualmente, van a sentir los efectos aquellas naciones más vinculadas bien con la UE o bien con EEUU que, al menos, hasta mitad de año van a ver sus economías paralizadas.

Las economías de la región más directamente expuestas al impacto económico de la situación en China son Brasil, Perú y Chile, por su alto intercambio comercial con el país asiático. La caída de la demanda en China, así como los efectos en la demanda de otros países cuyo crecimiento también se ha ralentizado y el descenso de la demanda estadounidense y europea se traduce en caídas de precios de las materias primas (por ejemplo, cobre, mineral de hierro o petróleo).

Además de a través de la exportación de materias primas, las consecuencias de la actual crisis llegan a los países latinoamericanos por otros puntos. Por ejemplo por medio de la fuga de capitales. Los países emergentes, desde que se conocieron los primeros contagios fuera de China a mediados de enero, han sufrido una salida de capitales de 29.300 millones de dólares (25.600 millones de euros): la mayor cifra desde que se tienen registros.

Unido a la salida de capitales se encuentra el frente monetario. Como el dólar es el principal refugio de la economía mundial, las monedas latinoamericanas han perdido valor en la medida que empeoran las perspectivas económicas. Las más afectadas son las monedas que en América Latina, cuyo valor se ha ido desplomando frente al dólar.

Entre las mayores economías de la región, los países más afectados por la depreciación de su moneda desde que comenzó la propagación del Covid19 son Brasil, Chile, México, Argentina, Perú y Colombia. Las caídas se aceleran ante la fuga de capitales a destinos más seguros por la incertidumbre financiera que genera la enfermedad.

La crisis del coronavirus tiene además otra derivada: paraliza, aún más, la posibilidad de poner en marcha las reformas estructurales que necesita la región para que sus economías sean más productivas y competitivas y no quedar al margen de la actual revolución digital. Hasta ahora, la puesta en marcha de estas transformaciones se había ralentizado debido al intenso periodo electoral vivido en la región (2017-19), la debilidad de los gobiernos surgidos en estas citas ante la urnas (la mayoría, salvo México, sin suficiente apoyo parlamentario) y por la fuerte contestación social que se tradujo en los estallidos sociales de finales del año pasado. Ahora la crisis en China, EEUU y la UE, más los efectos que todo ello tenga sobre la región crean un obstáculo añadido para poner en marcha programas de reforma estructural.

 

3-. Situación sanitaria de América Latina ante el coronavirus

En el caso de que crezca el brote de Covid19 en América Latina, el impacto podría ser signifi cativo, con la posibilidad de que los servicios de salud se vean sobrecargados por una gran demanda de atención hospitalaria especializada y de cuidados intensivos. La cuestión no es concentrarse en impedir la llegada del coronavirus, sino en prepararse para enfrentarlo de manera adecuada cuando llegue y cuando se empiece a expandir. La clave pasa por ofrecer una respuesta multisectorial para garantizar el fortalecimiento de la vigilancia, la preparación de los servicios de salud, la prevención de la propagación y el mantenimiento de los servicios esenciales para enlentecer la transmisión y salvar vidas. Sin embargo, la situación sanitaria latinoamericana es muy dispar y heterogénea.

El más grave problema es que a muchos de los sistemas sanitarios de la región les falta infraestructura y recursos para enfrentarse a un nuevo virus. Por las características de la enfermedad, de baja letalidad pero altamente contagiosa, se requieren lugares adecuados, no solo para la atención de los pacientes, sino para su aislamiento. En los países de la región hay falta de espacios de cuartos de aislamiento para infecciones transmitidas por vía aérea y la infraestructura hospitalaria no cubre demandas masivas.

El Índice Global de Seguridad Sanitaria apunta a que el poder de protección de dichos sistemas es “medio”, con cuatro países situados en la clasificación de “peor preparado” (Guatemala, El Salvador, Honduras y Venezuela). Los problemas de infraestructura sanitaria que afronta la región son serios, ya que ningún país destaca por su preparación y algunos se hallan en situación de extrema fragilidad: Guatemala, Haití, Honduras, Guyana y, sobre todo, Venezuela. Todos ellos presentan una alta vulnerabilidad ante nuevas emergencias. Venezuela fi gura entre las 20 naciones peor preparadas para afrontar la crisis que signifi ca la propagación de una epidemia, como señala el Índice Global de Seguridad Sanitaria 2019. Un trabajo de ‘The Lancet’ demuestra que la mortalidad es mayor en aquellos lugares con mayor incidencia de casos y en los que el sistema ve saturada su capacidad. Un indicador que sirve como primera aproximación, incluido en el propio Índice Global, es el número de camas de hospital por habitante. Los países mejor posicionados (Cuba y Argentina) multiplican por cinco a los peor situados (Guatemala, que está por debajo de 1), aunque solo cinco de los de mejor posicionados en cuanto a camas muestran una alta seguridad sanitaria global. Los países que cuentan con un grado de seguridad y equipamiento superior a la media se concentran en Norteamérica (EEUU y Canadá) y en el Cono Sur (Argentina, Uruguay, Brasil y Chile). En el otro extremo la situación más preocupante es la de Centroamérica, con la excepción de Panamá.

 

4-. La política, a prueba

La expansión de la pandemia por América Latina va a tener una primera derivada de tipo político, además de las económicas, sociales y sanitarias. Esta crisis se da en un momento de profunda debilidad de la mayoría de los gobiernos de la región, que no han conseguido encauzar de forma adecuada, en los años recientes, las demandas sociales de las clases medias emergentes. Y no lo han hecho precisamente en el área que se va a poner más a prueba en esta crisis que viene por la expansión del coronavirus en la región: los servicios públicos.

Junto con el estancamiento económico, el mal funcionamiento de esos servicios públicos (educación, transporte, seguridad ciudadana y salud) y la existencia de administraciones ineficientes y penetradas por la corrupción explican la creciente desafección ciudadana que desembocó a fines de 2019 en una serie de estallidos sociales que cambiaron el rumbo de numerosos gobiernos en la región.

Las dos grandes potencias regionales (México y Brasil) van a ser de los países más afectados por el coronavirus. En el caso del país norteamericano, por su cercanía a EEUU, donde progresa la enfermedad a un ritmo muy alto. En México se ha pasado de la calma que se pedía hace unos días a reconocer que la fase 2 de la epidemia es inminente y que hay señales que ya recomiendan actuar de forma más contundente. Y, en el caso brasileño, porque es el país con mayor incidencia desde el primer momento y sin embargo las medidas más drásticas se están haciendo esperar.

Esos gobiernos se van a tener que hacer cargo de la crisis del coronavirus cuando se encuentran lastrados, en primer lugar, por unos aparatos del estado con serios problemas de funcionamiento (mal financiados y, en algunos casos, con escaso personal, sin medios y sin formación). Además, desde un punto de vista político muchos de esos gobiernos poseen un escaso liderazgo social (Chile); afrontan una nueva crisis económica de enorme magnitud (Argentina); se encuentran en el tramo final de sus mandatos (Perú y Ecuador); atraviesan por una campaña electoral altamente polarizada (Bolivia) o son países con administraciones públicas muy débiles (la mayoría de Centroamérica y el Caribe) o son naciones sumidas en un fuerte deterioro institucional y económico (Nicaragua, Venezuela).

 

CONCLUSIONES

Ante la posible crisis que se avecina, América Latina tiene que hacer valer su ventaja comparativa para compensar sus debilidades estructurales. Y su mayor ventaja comparativa es el tiempo. El que posee gracias a que a la región ha llegado con retraso el Covid19 y las administraciones públicas conocen cuáles han sido los aciertos (de China y Corea del Sur) y los errores (en la UE y EEUU) que se han cometido a la hora de afrontar el reto sanitario.

Los países latinoamericanos no tienen medios ni recursos, ni tecnología ni la capacidad de acción para seguir el ejemplo de Corea del Sur: emprender una campaña masiva para examinar a la población, independiente de si había síntomas o no y, en un marco de transparencia absoluta, hacer pruebas masivas para detectar el virus sin siquiera tener que consultar o salir de sus oficinas. La apuesta debe pasar por tomar medidas más drásticas, ceñidas a la evidencia científica y a la experiencia de otros países, y que han resultado exitosas para el manejo de los brotes.

Por eso, deben aprovechar su mayor margen de acción resulta vital para compensar las debilidades que tiene la región en cuanto a medios humanos y técnicos así cono las insuficiencias financieras. Todo indica que, salvo excepciones, la mayoría de los países ha tomado decisiones más drásticas y de forma más acelerada de lo que se hizo en la UE. Esto resulta clave para ralentizar la expansión del coronavirus y así ganar tiempo para evitar el colapso de unos servicios sanitarios que presentan serias ineficiencias. Aunque no garantiza el éxito.

La lección que deja lo sucedido en Italia y España es que resulta temerario subestimar el impacto del coronavirus. Ante la duda, hay que actuar rápidamente y con medidas drásticas, así como alertar sobre la amenaza sin inducir pánico. Ese es el camino del éxito.

Los países que mejor lograron contener el avance del virus (Taiwán, Japón y Corea del Sur) tomaron medidas drásticas desde muy temprano. Y eso, aunque no de forma generalizada y con los mismos parámetros, ha empezado a ocurrir en la región. La lejanía y el aislamiento geográfico han jugado, hasta ahora, a favor de América Latina, cuyos gobiernos se han podido beneficiar de la experiencia de lo ocurrido en Asia y Europa. Esto ha facilitado que las autoridades hayan reaccionado antes tomando medidas drásticas con mayor antelación. Perú, con una setentena de casos, es el país que ha tomado medidas más drásticas: el gobierno Vizcarra decretó rápidamente una cuarentena general en el país, así como el cierre de sus fronteras durante un lapso de 15 días para combatir la pandemia. Y han quedado restringidos el ejercicio de los derechos constitucionales relativos a la libertad y la seguridad personales, la inviolabilidad del domicilio y la libertad de reunión y de tránsito en el territorio nacional.

Uruguay destaca por su rapidez en la toma de medidas restrictivas: con solo 6 casos resolvió la suspensión de las clases. También sobresalen en este aspecto dos países centroamericanos que, conscientes de la endeblez de su sistema sanitario, han activado medidas de protección con un solo caso (Guatemala) o cero (El Salvador). El presidente guatemalteco Alejandro Giammattei, suspendió las reuniones superiores a más de cien personas, así como las clases a todo nivel. Y el salvadoreño Nayib Bukele ordenó a las autoridades de Protección Civil y del Ministerio de Salud prohibir las aglomeraciones de más de 75 personas y logró que la Asamblea Legislativa, mayoritariamente opositora, aprobara el estado de emergencia nacional por 30 días.

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