P-. ¿Qué debemos aprender para el futuro?
R-.Lo primero, que debemos estar preparados para actuar correctamente desde el primer momento en el que se desarrolla una enfermedad desconocida. Y eso significa contar con un sistema de alarmas nacionales e internacionales que deben ser eficaces. También, que es necesaria una comunicación veraz y transparente y que sin las conductas individuales no podemos parar la epidemia. El sentido de ciudadanía y la responsabilidad cívica cobra más sentido que nunca y hay que poner en valor el acto heroico de lavarse las manos. Es necesario poner el foco en las personas, los empleos y las empresas. Y las palabras clave son coordinación, cooperación, solidaridad y responsabilidad.
P-. ¿Vivimos un antes y un después?
R-. Sí. Solo por la rapidez con la que se ha extendido el virus, esta crisis ya marca un antes y un después. En un mundo donde en los últimos años se había debilitado el multilateralismo, esta crisis está poniendo en evidencia la necesidad de nuevas estructuras multilaterales para combatir fenómenos que no conocen fronteras y que se extienden a una velocidad sin precedentes.
P-. ¿Están en crisis los modelos de gobernanza en todo el mundo? ¿Qué administraciones saldrán más favorecidas: locales, nacionales, internacionales, globales…?
R-. No se sabe la respuesta. Hay percepciones muy distintas. Debemos partir de que se trata de una crisis que pone el énfasis en un replanteamiento del espacio de lo público. La acción de cada uno nos afecta a nosotros mismos, pero también al prójimo. El interés general sube a lo más alto. A partir de este planteamiento, veremos qué respuestas son eficaces y cuáles no. Por ejemplo, a raíz de lo ocurrido en Europa, en Latinoamérica han aprendido y ya han tomado medidas. En mi opinión, debería reunirse toda esta experiencia que se está generando para ofrecer menús y distintas opciones de medidas a los gobiernos y administraciones. Y está claro que se necesita un mayor espacio de lo público y una coordinación multilateral que ha fallado.
P-. ¿Si estuviera al frente de una empresa, qué tres primeras medidas tomaría?
R-. Primero, seguir las recomendaciones de los gobiernos y autoridades, protegiendo a los empleados y tratando de mantener la actividad, poniendo en todo momento el foco en la ciudadanía. Es momento para poner de relieve la Responsabilidad Social Corporativa de las empresas. Y de ir más allá, de hacer todo lo posible, todo lo que esté en nuestras manos, para reducir el impacto para los empleados y, sobre todo, para el conjunto de la sociedad. Además, hay que adoptar las medidas necesarias para evitar que esta crisis, que dure más o menos es coyuntural, no se convierta en estructural.
P-. ¿Cómo debe ser la relación entre la sanidad pública y la sanidad privada en esta crisis?
R-. Una relación de complementariedad, de lograr la mayor colaboración posible dentro de ese marco. Esta crisis ha demostrado la necesidad de invertir más en los sistemas públicos de control de enfermedades. Hay que fortalecerlos a nivel nacional, regional y global. Esta es la primera pandemia, pero puede haber más.
P-. ¿Habrá sectores con daños irreversibles?
R-. Hay que evitar decisiones en política económica que puedan convertirse en un problema de solvencia. Como he dicho antes, impedir que lo coyuntural se convierta en algo estructural. En este sentido, un sector que requiere un especial apoyo es el del comercio. Y también las pymes.
P-. ¿Era previsible la crisis?
R-. Yo creo que no era previsible, aunque Bill Gates ya anunciara que la siguiente crisis sería microbiológica. Y, al ser imprevisible, nadie se puede preparar para algo que no se sabe cómo va a ser. Esta crisis nos demuestra la importancia de investigar los problemas de salud pública mundial. Y esto exige más cooperación internacional en todo lo relacionado en salud pública, que debe ser considerada como un bien global. Se investiga en lo privado, pero hay un déficit en lo público.
Puedes descargar este texto en PDF aquí.