Ha pasado un mes y medio desde que comenzaron a llevarse a cabo medidas de cuarentena y confinamiento en Europa debido al brote de coronavirus -elevado días más tarde a la categoría de pandemia-. Desde entonces, las consecuencias sociales, sanitarias y económicas han estado poniendo a prueba la fortaleza de la Unión Europea y la solidaridad entre sus miembros.
Desde Bruselas se han estado lanzando iniciativas y poniendo a disposición de los Estados nuevas medidas casi a diario, para acompañar a las realizadas en el ámbito nacional. Estas son algunas de las más relevantes:
- Flexibilización de las normas presupuestarias de la UE;
- Revisión de las normas en materia de ayudas estatales para hacerlas más flexibles y facilitar que los Estados miembros puedan prestar apoyo directo a las empresas más afectadas;
- Lanzamiento de la Iniciativa de Inversión en Respuesta al Coronavirus, dotada con 37.000 millones de euros, para proporcionar liquidez a las pequeñas empresas y al sector de la asistencia sanitaria;
- Poner a disposición, durante el mes de abril, una financiación estimada en 8.000 millones de euros para proporcionar ayuda financiera inmediata a las pequeñas y medianas empresas de toda la UE;
- Implementación de medidas de gran alcancedestinadas a movilizar el presupuesto de la UE para proteger las vidas y los medios de subsistencia de los ciudadanos;
- Puesta en marcha de la iniciativa denominada SURE – Instrumento de Apoyo Temporal para Mitigar los Riesgos de Desempleo en una Emergencia– para contribuir a conservar puestos de trabajo y apoyar a las familias, que puede proporcionar a los Estados miembros ayuda financiera por un importe máximo de 100.000 millones de euros en forma de préstamos concedidos en condiciones favorables;
- Reorientación de todos los fondos estructurales disponibleshacia la respuesta al coronavirus;
- Ayudas para el sector agrario y pesquero;
- Creación de una Iniciativa de Solidaridad Sanitaria de la UE, dotada con 3.000 millones de euros, para atender las necesidades de los sistemas sanitarios de los Estados miembros.
A pesar de ello, la respuesta financiera que los países europeos -en especial los más afectados- necesitaban, se tenía que acordar entre los líderes nacionales. Muchos de ellos urgían trazar una red económica de seguridad bajo la forma de un fondo común para impulsar la recuperación y aliviar sus necesidades económicas. Pero la petición no era unánime, porque algunos líderes no parecían dispuestos a colaborar con el resto del bloque. Por ello, durante semanas, se ha estado reclamando más ayuda por parte de las instituciones y las arcas europeas para paliar la delicada situación que viven los ciudadanos y las empresas. Pero las disputas entre países del norte (como Alemania y Holanda) frente a algunos de los países más afectados (Italia, España o incluso Francia), parecían impedir un avance.
Después de varias reuniones de los ministros de economía en el seno del Eurogrupo, encuentros por videoconferencia que se alargaron durante horas y días sin dar frutos, la respuesta llegó. La pasada semana los Estados acordaron que los países podrán acceder a préstamos del Mecanismo Europeo de Estabilidad –bautizados como Pandemic Crisis Support– con un máximo del 2% de su PIB (en el caso de España se podría pedir hasta 25.000 millones de euros). Para ello fijaron un techo de financiación de 500 mil millones de euros, disponibles de inmediato. Y la clave de todo ello es que no hay condicionalidades macroeconómicas adicionales en el uso de estos fondos mientras dure la crisis. Se consiguió llegar a un compromiso, pero no fue fácil.
En este momento, se sigue poniendo en entredicho la actuación que desde la Unión Europea se está llevando a cabo. Sin embargo, parece que la realidad está dejando ver que, al ser un tema tan sensible, como lo es la salud pública nacional, los Estados se muestran reticentes a diseñar una estrategia conjunta por temor a descuidar las necesidades particulares de cada uno de sus sistemas. Y es que esta comunidad de países todavía no está debidamente integrada desde el punto de vista de político; consecuencia de ello, no se ha logrado conseguir después de tantos años de trabajo la coordinación y solidaridad imprescindibles para gestionar el problema. Algo que está dejando la -cada vez más necesaria- unidad europea entre interrogantes.
Si bien, como recordaba la presidenta de la Comisión Europea frente al pleno del Parlamento a mediados de abril, “nadie estaba realmente listo para esto”. Y es que esta crisis se planteó desde el comienzo como una prueba europea de superación, que está dejando muchas inquietudes sobre la falta de cohesión entre el bloque comunitario. Pero ya lo dijo Robert Schuman, fundador del germen de lo que hoy conocemos como Unión Europea, en su declaración del 9 de mayo de 1950, “Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho”. Y por eso habrá que seguir trabajando en ella.