Lecciones aprendidas en el ecosistema público: enseñanzas del COVID-19
La crisis que ha generado la COVID-19 está alterando el funcionamiento de todos los actores que forman parte del ecosistema público. Quizá por eso es un buen momento para recordar algunas cosas que, siendo básicas, muchas personas desconocen, incluidos algunos de los actores más relevantes de este ecosistema.
Quizá la más importante es que, como se está viendo, ni lo público se agota en el Estado, ni la función de ese Estado es únicamente regulatoria. Todos los que vivimos en una misma sociedad formamos parte de una Comunidad: el Estado, las empresas, la y ciudadanía. Todos somos personas que tienen problemas y que juegan diferentes papeles en función del rol en el que están inmersos, pero al final lo esencial es que forman parte de una comunidad. Y lo que podemos ver es que el Estado no solo regula, el Estado conforma el espacio -tanto el público como el espacio privado-, y desde ahí, como sociedad, tenemos que identificar los problemas que queremos resolver y generar las instituciones que nos ayudan a resolverlas.
Otra enseñanza es también en realidad un recuerdo: todas las construcciones humanas son frágiles. Y, por ello, también lo es la civilización. Una crisis surgida en un mercado húmedo asiático ha paralizado la economía mundial. Precisamente por esta fragilidad, esta crisis nos recuerda que el capital social es un elemento fundamental para que las sociedades funcionen. Sin capital social no hay confianza y sin confianza no es posible construir el espacio público. Es la articulación de este espacio público, los valores que lo confirman, a lo que han de dedicar sus esfuerzos los políticos, políticos que no son (solo) gestores. Y es que la Administración -una gran lección de esta pandemia- no gestiona competencias: resuelve problemas públicos, que no es lo mismo.
Otra enseñanza es que la Administración tiene muy difícil anticiparse a los problemas: ¿Qué hubiera pasado si se hubieran comprado respiradores en enero, pero al final la pandemia no se desata? Y es que, a la hora de la verdad, en las sociedades libres, a la Administración le puede temblar la mano: parar un país es mandar a mucha gente a la calle y es normal que todo el mundo dude. En cualquier caso, esta crisis demuestra que los expertos son necesarios, aunque la decisión final sea la política. Un país como España necesita expertos en la Administración, expertos que hagan de antenas sobre muchos temas, aunque al final no se acaben usando…
Dos notas finales: una internacional y la otra sectorial: la crisis ha demostrado que Europa, al igual que dispone de una Política Agraria Común que ha garantizado el abastecimiento durante la pandemia, necesita una Política Industrial Común que le permita competir hacia fuera, no hacia dentro. Los rivales de la economía española no están en Berlín o en Varsovia, están en Asia o en América.
En lo sectorial, la crisis en el turismo ha demostrado que necesitamos más y mejores datos para poder trabajar con ellos: cómo se mueven nuestros turistas, qué hacen cuando están de vacaciones… Las viejas campañas clásicas de atracción están acabadas y hay que pensar en nuevos modelos de captación y de fidelización a través de herramientas digitales y de nuevas formas de trabajar. Ese es el reto.
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