“El dato es el oro del siglo XXI”. Esta sentencia, que ya suena a letanía o a frase hecha, ha sido repetida en los últimos años por multitud de directivos a lo largo y ancho del planeta, y su consistencia la confirman a diario los gigantes de la red que, bit a bit, analizan cada uno de nuestros movimientos en Internet y las redes sociales para conocernos mejor y asegurarse de que se nos ofrece, de modo inmediato, aquello que, se supone, nos interesa.
Todo tipo de transacciones, registros electrónicos y bases de datos, redes sociales o imágenes de satélite dejan su rastro, aglutinando millones y millones de bytes, que crecen y crecen hasta alcanzar los yottabytes, y que, una vez filtrados, son verdadero oro tanto para las empresas como para los gobiernos.
Según un informe de SNS Telecom, citado por ComputerWorld, los proveedores de productos y servicios relacionados con el Big Data han ingresado 46.000 millones de dólares en 2016. Una cantidad que, según los expertos, se elevará hasta situarse en 72.000 millones de dólares de cara a 2020.
Sin embargo, según IDC, actualmente solo el 1% de los datos que fluyen por sistemas y redes están siendo analizados, lo que significa que este mercado no ha hecho más que nacer y que será la clave del mundo conectado hacia el que avanzamos.