Castilla y León: estereotipos y estrategias
Por primera vez en la historia, los ciudadanos residentes en Castilla y León van a elegir a los procuradores que conforman las Cortes autonómicas sin que al lado de esa urna figure la que permite elegir a los concejales de su Ayuntamiento. Es toda una novedad y está por ver en qué medida esto afecta a una participación que tradicionalmente ha sido algo baja. Si bien es cierto que en 2019 votaron el 70,7% de los ciudadanos con derecho a voto, la cifra de votantes no ha superado el 71% desde el año 2003, con unos niveles de participación que suelen ser superiores en las elecciones locales -con las urnas puestas una al lado de otra-. Así, por ejemplo, en años como 2015, la diferencia de participación fue de casi cinco puntos a favor de las elecciones locales.
La campaña electoral ha coincidido con la emergencia de la “España vacía” como un sintagma relevante para la opinión pública por primera vez en décadas. Prácticamente desde la fallida experiencia republicana de los años treinta del siglo pasado, no se ha vuelto a hablar de la ruptura campo / ciudad como un eje relevante de articulación de la competencia política en nuestro país. La experiencia parece prematura porque, aunque desde Madrid o desde Barcelona toda parezca lo mismo, en realidad son pocas las opciones de esta reencarnación del Partido Agrario 2.0 que tienen oportunidad real de obtener escaño. Soria es quizá su baza más realista, en tanto que el resto de las formaciones de ámbito provincial, como la UPL, Zamora Decide o Por Ávila no se ajustan bien a esa definición de partidos que buscan poner los problemas de la España rural y de interior en el primer plano del debate político.
Es interesante porque este foco puesto en la España vacía está trasladando al resto de España una imagen algo distorsionada de la realidad regional hoy en día. Con los mejores datos de educación de España, de acuerdo con el Informe PISA, con importantes polos industriales o de tecnología repartidos por la región, Castilla y León es hoy mucho más que ese espacio rural dedicado a la economía primaria que puebla estos días los medios de comunicación. Y es que, aunque es cierto que casi el 90% de los municipios regionales cuenta con una población inferior a los mil habitantes, más de dos tercios de los ciudadanos de la región vive en espacios urbanos. Aun así, la imagen que se ha instalado en el imaginario colectivo del conjunto del país permanece fija desde hace muchos años, demostrando que los estereotipos son tan perdurables como inútiles a la hora de acercarnos a un territorio.
La influencia de la dinámica nacional
La campaña electoral no ha podido escapar a la dinámica nacional de campaña casi permanente en la que ellos españoles estamos instalados desde al menos el año 2014. Por eso, las lógicas que están presidiendo esta confrontación no se entienden sin analizar el contexto de la política nacional. El ejemplo más claro son las expectativas de cada uno de los partidos: los malos resultados que se avecinan tanto para Ciudadanos como para Unidas Podemos no se entienden sin las dinámicas de ambos partidos durante los últimos años. Más allá de la notoriedad de Francisco Igea, y pese a haber gestionado gran parte del presupuesto de la Junta durante casi toda de la legislatura, los de Arrimadas van a tener difícil escapar de la deriva hacia la irrelevancia en la que llevan instalados de finales del 2019. De igual manera, los malos resultados que probablemente obtengan los morados del leonés Pablo Fernández no escapan de la deriva de una formación, Unidas Podemos, que lleva empeorando sus resultados desde finales de 2015 en prácticamente todos los comicios en los que se presenta. En sentido contrario, los buenos resultados que se estiman para Vox -podría multiplicar sus escaños por nueve o por diez- no se entienden sin analizar las expectativas que los de Abascal tienen en el conjunto de España. Por eso la “siembra” de los de Juan García en la campaña viene acompañada por la sombra -y la foto- del líder nacional del partido, en consonancia con la campaña de otros partidos de corte populista en toda Europa. Tampoco los dos grandes escapan de la dinámica global de la política española: con unos líderes en Ferraz y en Génova que aportan poco en el territorio, el presidente y candidato Alfonso Fernández Mañueco ha optado por intentar confrontar directamente con el presidente Pedro Sánchez (la estrategia le salió muy bien a Isabel Díaz Ayuso en primavera), obviando a su rival socialista en el territorio. Luis Tudanca, por su parte, fija su mensaje en el tiempo -casi treinta y cinco años- que el PP lleva gobernando la Junta como argumento para el cambio político; una estrategia -la del cambio por agotamiento- que al PP le funcionó en Andalucía en diciembre de 2018.
Esta XI legislatura que se inicia a partir de la noche electoral del 13 de febrero supondrá o un espaldarazo a los buenos resultados cosechados por los populares en Galicia primero y luego en Madrid, consolidando lo que parece ser un cambio de tendencia en la política española o, por el contrario, serán un balón de oxígeno para el gobierno socialista de la nación, al poder arrebatar a los populares uno de sus feudos más queridos. Lo que sí que parece claro es que los ciudadanos andaluces y valencianos deberían de estar atentos a que sucede la víspera de San Valentín en la región del río Duradero, como cantaba Claudio Rodríguez. Es muy posible que de los resultados de esa noche dependa que tengan que acudir en pocos meses unos u otros a las urnas.
Manuel Mostaza Barrios
Director de Asuntos Públicos de ATREVIA
Puedes leer el artículo publicado originalmente en La Opinión de Zamora.