Mucho se habla de las cualidades que debe tener un líder hoy en día. Todavía más del liderazgo que ejercen en las redes sociales pero, ¿cómo actúan en las redes las mujeres más poderosas del mundo? ¿Son más activas que los hombres? ¿Influyen más o menos?
Una cosa está clara: el nuevo liderazgo tiene que proyectarse en las redes sociales. No vale con estar, hay que interactuar. En el pódium de las tres mujeres más poderosas del mundo, según la Revista Forbes, formado por Angela Merkel, Hillary Clinton y Belinda Gates, sólo una de ellas es activa en las redes. Hillary, candidata a la Casa Blanca, tuitea ella y su equipo y, lo que es mejor, interactúa con la gente a la que pretende convencer.
Conoce quiénes son sus seguidores y los temas que les interesan. De eso se trata precisamente, de ejercer la influencia en los nuevos espacios online a través de la gente que ya es prescriptora y se puede hacer si tienes un perfil que dice lo mismo que tus notas o ruedas de prensa. En caso contrario, los usuarios podrían preguntarse: ¿de qué sirve entonces seguir a un líder? Este es el caso de la canciller alemana Angela Merkel, que ni siquiera tiene perfil de Twitter porque no lo considera necesario. Prefiere escribir mensajes de texto. En cambio, sí tiene Facebook e Instagram gestionados por su equipo, lo que le resta personalidad.
Esto es debido a que no son líderes nativos digitales. Comenzaron cuando las redes no eran importantes para su liderazgo, por eso su introducción viene dada por sus equipos de campaña y no por una decisión personal. Tal es el caso de Christine Lagarde, puesto número 6 de la lista de Forbes y Directora del FMI, que sigue la línea de Merkel. Tiene presencia en las redes pero no muestra su visión personal ni tuitea ella misma. En 2011, cuando creó su cuenta de Twitter, puso en marcha el hashtag #Largardechat pero no ha sido muy fructífero porque rara vez contesta.
Lo cierto es que muchas de estas líderes no podrían gestionar ellas solas la cantidad de interacciones que supone tener unas redes sociales actualizadas y saneadas, pero hay muy buenos ejemplos de cómo compaginar una cuenta de Twitter llevada por un equipo y también por la persona. Hillary Clinton lo hace y también Michelle Obama. La Primera Dama de EE.UU indica en cada tuit si es ella misma o su equipo quien escribe. En el caso de ser ella firma como “-mo”. Esta es una buena forma de mostrar cercanía, ya que normalmente las informaciones más personales son tuiteadas por ella y, las que tienen que ver con la temática política, por su equipo de relaciones institucionales. Ella no es sólo un buen ejemplo de una líder digital, sino que también utiliza su influencia para empoderar a otras mujeres y celebrar sus logros.
En la lista de Forbes hay que bajar hasta el número 18 para ver a una española, Ana Botín. La presidenta del Banco Santander no tiene una gran actividad en Twitter ni en otras redes sociales. Es utilizada como otra herramienta básica de marketing para su empresa. Pero esto no quiere decir que en España no haya mujeres que lideren también en las redes sociales. La presidenta de ATREVIA, Núria Vilanova, está en el Top 10 de los CEOs más influyentes en Twitter donde hay dos mujeres más: Carina Szpilka y Ana María Llopis.
Lo que diferencia a unas de otras es que saben quiénes son su target y a él se dirigen cuando postean en la red. Una líder digital tiene que conseguir lo mismo que una líder en el espacio público, es decir, generar debate sobre los temas que le interesan. Por lo tanto, si no es capaz de compartir, interactuar y mover a la acción al público al que pretende convencer, no llegará a ser un líder digital, al igual que no lo será en la vida real.
A pesar de los buenos ejemplos, lo cierto es que la mayoría de las líderes mundiales comenten los mismos errores que sus homólogos masculinos. Tienen presencia pero no interaccionan lo suficiente y, cuando lo hacen, suele ser en campaña electoral y son sus equipos los que están al teclado. Esto les hace perder frescura y cercanía. Pero, como bien indican estos ejemplos, estamos en el buen camino.