Sí, ya sé que has ido a un evento, que a tu empresa le han dado un reconocimiento, que te lo pasaste genial en la convención comercial del otro día, que tu producto ahora tiene un 50% menos de plástico o que esa charla TEDx que se ha vuelto viral en Instagram te ha cambiado la vida. Incluso sé que el otro día te cruzaste con un perro en la calle y eso te hizo reflexionar, vaya usted a saber cómo, sobre la innovación aplicada a tu bufete de abogados.
Pero ¿sabes qué? Que todo esto no le importa a nadie.
En algún momento de la historia, con buen criterio, los profesionales de la comunicación y el marketing descubrimos que si dábamos contenido de valor a nuestros públicos objetivo estos nos harían caso. Inventamos el content marketing, el inbound marketing y demás herramientas y metodologías angloparlantes para decir que el secreto era… ser interesante. Y funcionaba. Vaya que si funcionaba.
Pero, si lo teníamos tan claro, ¿qué ha pasado? ¿Cómo se ha torcido? ¿En qué momento dejamos de pensar en ser relevantes y nos hemos puesto a lanzar contenidos sin pensar en si eso le importaría a alguien? ¿En qué momento ser interesante se convirtió en estar en todos los canales posibles generando contenidos que nadie jamás leerá? ¿Cuándo redujimos la inspiración, la pasión y la curiosidad a un “te dejo el secreto en el primer comentario”?
Los profesionales de esto debatimos sobre cómo destacar en un entorno de infoxicación, de estímulos tratando de captar la atención del público. Pero lo verdaderamente difícil para el público es elegir un estímulo que aporte algo, que sea real, que tenga personalidad, que aspire a cambiarnos la vida, a hacernos mejores o, al menos, a entretenernos. No es que nuestra competencia sea Netflix o TikTok porque también intentan captar la atención de nuestro público. Es que Netflix o TikTok son refugios nucleares contra el tedio supremo imperante.
Chat GPT sólo ha empeorado las cosas. Le hemos dado una máquina de imprimir billetes al tío Gilito, hemos puesto una pistola en las manos de un simio borracho. Pero, ¿para qué creas un blog si lo vas a llenar de textos de Chat GPT que jamás, nadie, nunca, va a leer? ¿En qué momento combinas la tecnología más disruptiva de la historia con todo el conocimiento creado por el ser humano y sale… eso?
Desde aquí un alegato (y un desahogo) por la sensatez. Hagamos contenidos pensando en por qué merecen ser vistos, no lancemos canales que no llegarán nunca a nadie, volvamos a pensar en que somos personas y que nos relacionamos con personas, olvidemos por un minuto el posicionamiento y el SEO para pensar en el público. Y, por favor, apostemos por la creatividad de verdad, esa que piensan personas para conectar y empatizar con personas.
Sólo así podremos salvarnos.
P.D- Si vuelvo a ver el cuadringentésimo carrusel en LinkedIn que recopile las aplicaciones más útiles de inteligencia artificial para un profesional del marketing puede que cometa una locura: coger un juego de mesa y jugar en el suelo, por ejemplo. No digas que no lo advertí.