Manuel Romero es una persona que al igual que yo, se prodiga mucho en LinkedIn, y ahí es donde le he conocido. Una variante de este post lo leí en una de sus aportaciones periódicas, le pedí que lo adaptara al estilo misterhello y el resultado es este. Una curiosa teoría sobre la saturación de mensajes y canales que vivimos, y su repercusión en nuestro trabajo y eficiencia. Veamos. Leamos…
Es enorme la continua sobreexposición de información y demandas a las que debemos hacer frente tanto en el entorno laboral, con noticias y mensajes que nos obligan a una adaptación constante para mejorar nuestra productividad y eficiencia, como en el ámbito familiar o social. Y ello sin contar con los efectos emocionales que nos está produciendo la pandemia. Por ello, tener que hacer frente a múltiples tareas de manera exitosa en un plazo corto de tiempo se ha convertido en una práctica muy común para muchas y muchos profesionales.
Dentro de este contexto, se encuadran las investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Stanford, ya que sus estudiantes vivían en un entorno de tal exigencia qua manifestaban una constante necesidad de no parar de hacer tareas (incluso aunque estuviesen enfermas/os), dando origen al denominado Síndrome del Pato de Stanford, por analogía a la actividad que manifiestan estas aves cuando están nadando, al parecer tranquilos encima del agua; mientras que por debajo no paran de mover las patas.
En el ámbito laboral, existen personas que se “autoexigen” constantemente a mostrar lo competentes que son, debiendo conseguir la excelencia en todas las tareas que llevan a cabo. Sin embargo, cuando esta situación se produce en exceso o se hace crónica es cuando se manifiesta el Síndrome del Pato de Stanford, al confrontar sus pensamientos de hacer frente a cada vez más tareas con éxito junto con la presencia simultánea de ideas o pensamientos “autolimitantes” que incitan a abandonar los proyectos que se han propuesto, ya sea por sentir que no estarán a la altura o por miedo a defraudar a otras personas.
Esta situación, les genera un claro conflicto que le repercute a la hora de progresar y afrontar nuevos proyectos o funciones relacionadas con su profesión, ya que por un lado, se imponen la necesidad de hacer frente a todas las exigencias y demandas profesionales que se le presentan con un nivel alto de productividad; mientras que por otro, se enfrentan a emociones como baja autoestima o ansiedad, al no “creerse” capaces de realizar todas estas tareas.
Para hacer frente al Síndrome del Pato de Stanford, esto es, rechazar emprender un nuevo proyecto en tu trabajo por miedo a no estar a la altura, de no cumplir las expectativas, etc., es esencial marcarse objetivos cortos y alcanzables, con la idea de que su consecución nos motive a continuar en el mismo, a la vez que revisemos de manera realista nuestros éxitos y logros conseguidos en el pasado como modo de visibilizar que a pesar de las dificultades que seguro encontraremos en el camino (nadie es perfecta/o, o sabe de todo, hasta el punto de tener derecho a equivocarnos para aprender de los errores y así poder seguir creciendo).