En campaña electoral, la televisión se mantiene como líder al ser la principal fuente de información de la ciudadanía, pero no la única. Internet se ha convertido en un campo de batalla clave para la disputa de la hegemonía política y cultural y los “sentidos comunes” y esta cuestión no ha pasado desapercibida para los equipos de comunicación de los partidos. Los diferentes recursos audiovisuales utilizados en la red, como los memes o los vídeos, son hoy las herramientas fundamentales.
El uso del vídeo electoral ha evolucionado en los últimos años notoriamente, más aún con el impulso representado por los nuevos partidos. No sólo por la propia originalidad que hayan podido aportar, sino porque han forzado al resto de partidos y a sus equipos a “renovarse o morir”. La estrategia ya no consiste en realizar un único spot de campaña dirigido a un público masivo; la estrategia pasa por realizar varias y pequeñas piezas audiovisuales en diferentes claves, muchas veces humorísticas, orientadas a diferentes tipos de electorado. Multitud de piezas audiovisuales que tratan asuntos concretos y que, apoyadas por ciberactivistas, logran convertirse en virales.
Al margen de las diferentes estrategias partidistas, podemos identificar una tendencia más o menos generalizada que tiene que ver con la humanización del candidato. A través de un formato casero, se muestran aspectos de la vida cotidiana del líder con el fin de acercarlo a la audiencia. Programas como el de Susana Griso ‘2 días y 1 noche’, campañas como la de #GatetesConGarzón o ver a Mariano Rajoy “caminando rápido” en el último spot del PP son buena prueba de ello.
El formato audiovisual permite ese acercamiento. Algunos partidos han optado por la opción de formatos híbridos, docu-realities que muestran imágenes reales grabadas en mítines mezcladas con momentos más –teóricamente- espontáneos e improvisados. La finalidad es mostrar la persona que existe detrás de un candidato y para ello se emplean todos los recursos posibles del lenguaje audiovisual: música y sonido, primeros planos, detalles de gestos, manos, miradas… Todos quieren parecer una persona normal y cercana con la que el electorado pueda identificarse.
La emoción, en contraposición a los argumentos racionales, es otra de las bazas que ofrece el formato audiovisual y a la que los partidos están recurriendo. Imágenes que se suceden en apenas unos segundos con el fin de apelar a los sentimientos y que, a través de la sucesión de escenas, dan respuesta a las preocupaciones, recuerdos, necesidades o a la ilusión del espectador.
Posiblemente no hemos visto todo aún, pero seguro que el duelo entre los principales candidatos ya no se celebrará tan sólo en un plató de televisión. Ahora tiene continuidad en la narrativa audiovisual y otros dispositivos, el “catálogo de Ikea” o convertir el mailing electoral en una carta de esperanza nos demuestra que, en el nuevo escenario político, la innovación puede ser la garantía del éxito.