Determinados sectores estratégicos, como el de la alimentación, están sujetos a una alta regulación y en su entorno conviven múltiples intereses. En el caso de los productos transgénicos se encuentra la industria agroalimentaria, que quiere demostrar que los productos procedentes de plantas modificadas genéticamente no son perjudiciales para la salud y las asociaciones ecologistas, alineadas en contra de los mismos.
A estos efectos, un equipo de científicos italianos ha publicado un metaanálisis en el Critical Review of Biotechnology basado en datos de más de 1700 estudios sobre organismos genéticamente modificados. La conclusión extraída del mismo es que no se ha encontrado un solo indicio sobre el riesgo de tratar o consumir productos transgénicos. El director del estudio afirma que una mejor comunicación sobre las plantas genéticamente modificadas podría tener un impacto en el futuro del uso de transgénicos en la agricultura.
Asociaciones como Greenpeace continúan con su campaña en contra del uso de estos productos en animales y humanos, muchos de los gobiernos europeos mantienen la prohibición de dichos cultivos, mientras que en otro buen número de países es ya algo común desde hace más de 15 años.
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