Una vez vista la gran importancia que adquiere la estrategia en la construcción de la influencia, conviene detenerse en los elementos fundamentales que la componen. Para ello, el punto de partida se focaliza en dos pasos de gran importancia:
- El análisis
Lo primero siempre es el análisis, como ya hemos tratado en algún post anterior. Partiendo del objetivo final que se pretende conseguir, este análisis debe estudiar el lugar que ocupa nuestra compañía u organización en el ecosistema en el que operamos, para así definir las acciones concretas adecuadas que, en conjunto y de manera coordinada, sirvan para lograr la finalidad perseguida al menor coste posible.
Se trata, por tanto, de un análisis de las interdependencias de nuestra empresa: qué lugar ocupamos, cuáles son los entornos que hemos de considerar, cómo nos ven los distintos players, cuáles son nuestras relaciones con los stakeholders, qué nivel de interlocución tenemos con las administraciones públicas, con qué apoyos contamos…
- Los objetivos
Es esencial determinar los objetivos que nos marcamos. Unos objetivos a medio y largo plazo, ambiciosos pero realistas, y que no generen un “pan para hoy y hambre para mañana”. Así las cosas, resulta muy útil fijarse tres niveles de objetivos:
– Objetivos operativos: los que definen las acciones inmediatas que se van a realizar.
– Objetivos estratégicos: Son objetivos intermedios, pero trascendentales para la consecución del objetivo corporativo final.
– Objetivos corporativos: Es el objetivo final que nos planteamos, en lo que finalmente queremos influir, ya sea un asunto regulatorio, una concreta política pública o la percepción como institución que tienen nuestros stakeholders y, muy en particular, el poder público.
Los dos pasos previos son muy necesarios en nuestra estrategia para poder conseguir el objetivo corporativo final. En un planteamiento estratégico, los objetivos operativos están subordinados al objetivo corporativo, y sólo sirven en la medida en que contribuyan a conseguir este último.
Para completar el diseño de una estrategia de asuntos públicos también habrá que considerar nuestro posicionamiento, la elección de tácticas, el diseño de acciones, un cronograma y la configuración del equipo.
Profundizaremos sobre todos estos conceptos en el post de la próxima semana.