La pandemia de COVID-19 ha sacudido el sistema sanitario y la economía, parando el ritmo de vida habitual y cuestionando, punto por punto, los pilares de la sociedad. La Unión Europea (UE) no ha quedado exenta, y uno de sus símbolos y mayores éxitos, el Espacio Schengen que permite la libre circulación de personas dentro del territorio de los países integrantes, se ha tambaleado por primera vez desde su puesta en marcha en 1995. Ahora, más de un año después desde el inicio de esta crisis sin precedentes, Europa mira con esperanzas al verano y al otoño, confiando en que prospere la campaña de vacunación y la recuperación económica. Dejando a un lado el Fondo de Recuperación, que es la gran apuesta financiera a medio plazo de la UE, su estrategia contiene otros dos pilares esenciales: la campaña de vacunación y el conocido ahora como certificado COVID-19, para la movilidad entre países.
La campaña de vacunación en los países de la UE no ha estado libre de críticas, algunos apuntan a que ha sido lenta y desigual, con fallos por parte de las instituciones en la negociación con las empresas farmacéuticas y en reparto de las dosis. Incluso se ha comenzado un debate sobre las competencias que la UE debería tener en sanidad, y sobre la inversión y la autonomía de producción europea.
En la actualidad, según los datos del Our World in Data [1]un 13,77 % de los ciudadanos de la UE tiene ya las dos dosis de las vacunas, y un 19,23% tiene una de ellas. La UE y sus Estados miembros confían en que en los próximos meses se avance y se consiga la inmunidad de rebaño. Pero el proceso de vacunación no puede ser unilateral, por ello la UE ya ha exportado casi la mitad de su producción a terceros países que tienen dificultades para el acceso a las mismas, motivo por el cual, a iniciativa de la Organización Mundial del Comercio, se ha comenzado a debatir sobre la liberalización de las patentes. Muchos argumentan que una exención de los derechos sobre estas es esencial para aumentar la compra, la producción, y con ello, el ritmo de vacunación. Otros plantean impulsar la concesión de licencias voluntarias y aumentar el intercambio de conocimiento y los puntos de producción. En todo caso, la Comisión debate ahora estas posibles soluciones para incrementar la vacunación en el mundo, porque en lo que coinciden la mayoría de expertos es en que, si se deja a alguna región atrás, se pone en peligro la salida global de la pandemia.
La otra gran apuesta para impulsar la recuperación en el continente europeo es el lanzamiento del Certificado COVID-19 (también conocido como pasaporte de vacunación). La Comisión Europea publicó el pasado 17 de marzo de 2021 su propuesta de Reglamento para crear un Certificado digital verde. Este certificado, ahora denominado Certificado COVID-19 a iniciativa del Parlamento Europeo, se diseña con la intención de facilitar la libre circulación de los ciudadanos en la UE, de manera que, además, se pueda reforzar la economía dando un impulso a sectores como el del turismo.
En la semana de pleno del mes de mayo de 2021, Parlamento y Consejo han llegado a un acuerdo sobre el mismo. Este establece que podrá haber 3 certificados diferentes, que contengan: si la persona ha sido vacunada (con una vacuna autorizada por la Agencia Europea del Medicamento), si se ha realizado una prueba diagnóstica del COVID-19, o si la persona ha pasado y se ha recuperado del virus. De este modo, se pretende fomentar e impulsar la libre circulación y el movimiento de trabajadores o viajeros entre los países de la UE, estén vacunados o no. Además, el certificado podrá ser digital (funcionando con un código QR) o en papel, y sólo estará en funcionamiento durante 12 meses.
También se ha acordado que, para que el certificado sea más accesible, la Comisión Europea movilizará, al menos, 100 millones de euros del Instrumento de Asistencia Urgente para garantizar que todo el mundo tenga igualdad de acceso a las pruebas del COVID-19.
El turismo es una de las principales fuentes de ingresos en la economía española, y una de las que más perdió en el 2020. Algunos datos de principios de año presentados por el sector señalan que las ventas de las agencias de viajes cayeron un 80%, las empresas de ocio un 71,1%, los hoteles un 66,6% y las líneas aéreas un 65,5%. Con estos datos y el verano por delante, el sector pide un respiro y garantías. El certificado podría dar una mayor seguridad a autoridades y viajeros que quisieran visitar el país, haciendo que se produzca un cambio favorable en estas cifras.
El pasado viernes 21 de mayo, el Comité de Representantes Permanentes del Consejo (Coreper), apoyó de manera unánime el acuerdo alcanzado en el Parlamento Europeo sobre el Certificado COVID-19. Ahora, se espera que el Parlamento Europeo someta a votación su posición en primera lectura en su Pleno del 7 al 10 de junio. Después, Parlamento y Consejo tendrán que firmarlo, y entrará en vigor el 1 de julio. Si a esto le sumamos la potencial llegada de los fondos antes del verano y el avance en la campaña de vacunación, mirando los próximos meses con un poco de optimismo, puede que la recuperación está un paso más cerca.
[1] Our World in Data (2021). Coronavirus (COVID-19) Vaccinations.
Artículo de Marina López Llorente.