La responsabilidad social corporativa, responsabilidad corporativa, responsabilidad social, RC, RSC, o algún otro de sus múltiples nombres… se ha convertido sin duda, en una estrategia y su vez, herramienta, importantísima en el seno de muchas organizaciones.
Desde hace unos 15 años, cuando estas siglas empezaron a sonar en el mundo de la comunicación, asistimos a un auténtico boom y fiebre por la responsabilidad social en las empresas. Muchas comprendieron desde el principio la necesidad de crear un marco estable de políticas guardianes del bienestar a nivel corporativo; entendiendo por ello la capacidad de las empresas para abarcar e ir más allá en ámbitos como la seguridad y el bienestar de los empleados, el desarrollo sostenible, los derechos humanos, etc. Echando la mirada atrás, la tempestad ha dado paso a un periodo de reflexión y calma. El discurso que se repetía hace años sobre la necesidad de que ésta estuviera siempre ligada a la estrategia está casi 100% interiorizado por la mayoría de las grandes organizaciones y pequeñas y medianas empresas.
En la actualidad, España mantiene un total de 20 empresas en el Anuario de la Sostenibilidad 2017 de RobecoSAM, sólo por detrás de Estados Unidos (69), Japón (53), Reino Unido (41), Francia (38), Corea del Sur (34), Alemania (24) y Australia (22). En este sentido, podemos afirmar que las empresas, en nuestro país, han sabido adaptarse a las nuevas tendencias en RSC y gozan de una buena salud en el desarrollo de prácticas en el marco de la Sostenibilidad. Índices internacionales como éste premian el compromiso de las mismas y reconocen que están fuertemente posicionadas con el objetivo de crear valor a largo plazo para todos sus públicos objetivo (accionistas, empleados, Partners, etc).
Sobre las nuevas tendencias sobre RSC podemos resumir brevemente que un tema será, el desarrollo de buenas prácticas voluntarias, que cada organización podrá libremente adoptar y avanzar más allá, y por otra parte, todo lo relacionado con normativas legales de obligado cumplimiento, como la inminente la aplicación de la Directiva 2014/95 de la Comisión Europea sobre Información No Financiera y Diversidad, que afecta a las grandes empresas/ entidades de interés público con un número medio de empleados superior a 500.
Si terminamos hablando de tendencias, no podemos dejar de hablar de una RSC digital. Aquí hay mucho camino por recorrer, pero las tecnologías y la digitalización tendrán un papel fundamental para desarrollar una nueva pata de la RSC más moderna, actual y adaptada a los nuevos ritmos de las organizaciones.