Desde la aparición de Facebook en nuestras vidas, hace ya más de 15 años, tenemos a solo algunos clicks, sea en esta o en otras de las múltiples redes sociales surgidas desde entonces, la capacidad de alejarnos de nuestro gris mundo analógico y vivir de forma recurrente una vida paralela más o menos real, compartir experiencias, generar nuevas amistades, obtener una ganancia comercial, un respaldo, un sentido de pertenencia a una comunidad, incluso ser felices todo el tiempo (virtualmente y a ojos de los demás, claro). También conseguir nuevos empleos y un mejor desarrollo profesional. Las redes ofrecen, sin lugar a dudas, innumerables ventajas. Por otro lado, este uso genera un volumen cada vez mayor de datos de los usuarios y la capacidad de utilizarlos y sacarles rendimiento es fundamental para la innovación y el crecimiento del sector, sostendrían algunos. Los datos son, en este contexto, una suerte de materia prima en el intercambio digital de bienes y servicios. Son los que hacen girar la rueda. La gestión de estos por parte de las compañías y el enfoque sobre esta gestión por parte del regulador son objeto de debate continuo.
TikTok se ha convertido rápidamente en una de las redes sociales más utilizadas, llegando a acumular en 2021 alrededor de 690 millones de usuarios. Esta aplicación, cuyo nicho de mercado son principalmente los jóvenes, no solo se ha hecho popular entre las marcas; organizaciones internacionales, partidos políticos y otros actores relevantes en los procesos de toma de decisiones cuentan con un perfil en esta red social o incluso, con campañas de concienciación dirigidas a los más jóvenes. El pasado 7 de febrero, la aplicación de videos china lanzó una campaña de seguridad (#SeguridadenTikTok) con motivo de la celebración del Día de Internet Segura. La campaña ha obtenido más de 20 millones de visitas hasta la fecha, trasladando por medio de videos de menos de un minuto consejos acerca de cómo mantener segura la identidad digital o cómo establecer pautas de seguridad en nuestros perfiles online.
Estas campañas, seguro que lanzadas con la mejor intención y con un amplio alcance, contrastan con estudios como el recientemente publicado por URL Genius, que indica que plataformas como Youtube y TikTok rastrean los datos personales de los usuarios más que cualquier otra aplicación de redes sociales. TikTok, propiedad del gigante tecnológico chino ByteDance, permite que rastreadores de terceros recopilen sus datos y, a partir de ahí, es difícil saber qué datos se están solo recopilando y cuales están además siendo compartidos.
En este contexto, multitud de compañías del sector han lanzado en las últimas fechas campañas y aplicado pequeños cambios en sus políticas de privacidad para trasladar seguridad y tranquilidad al consumidor, pero también para adaptarse a unas exigencias de un regulador que, especialmente en el caso de la Unión Europea, pone el foco en la protección y la gestión de estos datos, como veíamos recientemente con la actualización de la política europea de datos aprobada por el Parlamento Europeo.
Estas iniciativas son sin duda un paso adelante por parte de un sector privado que debe acompañarlas de una verdadera cultura de empresa, evitando acciones puntuales de whitewashing fácilmente percibidas por unos usuarios que exigen cada vez más un compromiso social por parte de las empresas y, por otra parte, adaptadas a una regulación que debe cumplir la, no siempre fácil, doble función de garantizar la protección de los derechos de los ciudadanos mientras permite el desarrollo y la innovación de una industria digital que, en el caso de la Unión Europea, será junto al pilar verde el sector generador de empleo e impulsor del desarrollo económico en la era post-covid19.
Ramón González
Director oficia de ATREVIA Bruselas
Puedes leer mi artículo completo publicado originalmente en Dircomfidencial aquí.