Mientras nos preocupamos por qué hacer en casa con mayores (el grupo con mayor riesgo) y niños (grupo propulsor que disemina la enfermedad y la lleva a las familias), además, las organizaciones están con reuniones maratonianas decidiendo cómo actúan en base a las medidas y coordinación del gobierno nacional y regionales.
El virus está aquí. Y con el mismo, las consecuencias personales, sociales y económicas.
Necesidad de fuentes fiables y planes de contingencia para el análisis y actuación
Los casos de coronavirus se extienden ya a los cinco continentes y las autoridades sanitarias piden máximo rigor, no solo en las actuaciones, sino también en las informaciones para evitar una alarma excesiva. Busquemos fuentes fiables. Información actualizada de organismos oficiales como el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) del Ministerio de Sanidad de España, mapas de seguimiento en tiempo real como el Novel Coronavirus (COVID-19) Situation World Health Organization, fuentes de literatura científica, agencias y medios de comunicación, incluso plataformas de fact-checking creadas como prevención a las fake news que nos permitan hacer un análisis certero de la situación .
Pero una vez informado, la autocomplacencia es una epidemia también muy contagiosa. Y más presente en las empresas de lo que parece. Informémonos, en fuentes fiables, pero también tomemos medidas ante los riesgos: riesgo de contagio, riesgo de negocio, efectos colaterales…
La crisis provocada por el coronavirus pone de manifiesto no solo la necesidad de que compañías y organizaciones cuenten con planes de contingencia que permitan gestionar este tipo de situaciones de forma eficiente, sino que den un paso más en la necesidad de Planes de Contingencia Reputacionales, que concentren indicaciones claras para la actuación tanto para empleados como para comunicarse con otros públicos externos como son clientes y proveedores.
La comunicación a empleados se hace prioritaria y a público externo, determinante
Hagámoslo empresa por empresa. Primero con los empleados, nuestro público prioritario en este momento. Analicemos su realidad para asesoría y mejor despliegue: número de empleados, tipo de jornada, turnos de trabajo, herramientas y canales de comunicación disponibles. Son diversas las medidas, los mensajes y los datos a comunicar desde una fase preventiva a una fase de información en caso de contagio. Displays físicos para espacio comunes, aspectos clave sobre el día a día: reuniones, viajes, suministros internos, trabajo en remoto…
Pero también hay una necesidad de reacción ante públicos determinantes para el negocio, como lo son clientes y proveedores. Sorprende cómo parte de las compañías no conoce las implicaciones legales de no cumplir con un contrato por falta de provisión con un cliente y es más, dudan en trasladarlo y cómo. En la otra cara de la moneda, las demandas de información a proveedores se multiplican para conocer el estado del suministro comprometido y así poder planificar.
Ante situaciones como ésta, los Planes de Contingencia Reputacionales con protocolos definidos resultan ser una herramienta crítica para acompañar y acelerar la implementación de procesos y planes de acción urgentes. Es clave, tanto la prevención a la hora del abordaje previo como a posteriori, conocido el issue en cuestión, para poder identificar subriesgos derivados y poner diques de contención que impidan que el agua entre o diques rompeolas, capaces de resistir el oleaje.