La mente humana es asombrosa. Pasamos de la depresión por no poder salir a la depresión por tener que salir, en menos de tres meses. Pero no es algo caprichoso, solo es miedo. Aunque no está considerada como enfermedad por la OMS, es una afección que dicen, va a afectar a una cuarta parte de la población confinada. Pero hay que volver. Cómo se van a enfrentar las compañías para gestionar esta nueva crisis?
Desde los primeros días del confinamiento, el que más y el que menos sufrió un cuadro clínico de ansiedad motivado por la falta de libertad de movimiento, la incertidumbre al futuro y el miedo orgánico al contagio. Las imágenes con que la televisión nos bombardeaba desde Italia y peor, las que nos llegaban por whatsapp desde China, hizo que la mayoría aceptáramos el retiro de forma voluntaria, sumisa y responsable. El sueño agitado, la tristeza, y el estado de agitación, irritación e incluso ira que muchos experimentamos esos primeros días y que los psicólogos llaman “la fiebre de la cabaña”, era una consecuencia lógica del encierro. Pero parece ser que si se consigue sobrevivir 50 días en ese estado se produce un efecto contrario, haciendo que el mero pensamiento de salir a la calle y retomar la vida anterior produce tal estado de inseguridad e irritabilidad, que se puede acabar convirtiendo en una patología clínica de las de diván y Prozac
Ahora toca volver, aún a sabiendas de que esto no es el final de nada sino más bien el principio de algo que ni siquiera sabemos qué. Una vez más, la clave de casi todo es la confianza. Estas últimas semanas hemos trabajado con muchas compañías en elaborar guías y protocolos de vuelta al trabajo, y en compartirlas con las personas. Si las lees con detenimiento, las medidas son tantas y tan variadas que dudo seriamente que se puedan asimilar y cumplir sin hacer un master. Pero lo que sí está claro es que provocan un sentimiento de seguridad necesario como para hacer que las personas salgan de su casa y se enfrenten de nuevo al mundo exterior, aunque se asomen como conejillos asustados.
Aquí dejo 10 puntos fundamentales que resumen las normas básicas para generar esa confianza necesaria:
- Proporcionar EPI’s adaptados a cada puesto
- Señalización para facilitar la distancia social y el cumplimiento de normas
- Establecimiento de horarios de comida, café, reuniones
- Detección precoz en los accesos a la oficina
- Fomentar la posibilidad de teletrabajar
- Desinfección y limpieza de las zonas de trabajo
- Establecer una política de vigilancia de salud constante
- Favorecer la flexibilidad horaria
- Gestionar la incertidumbre con escucha y retorno
- Y en caso de sospechas de contagio, actuar con prudencia pero con contundencia
Pero en el miedo a la vuelta la realidad laboral hay muchos componentes que escapan al control y posibilidades de las compañías como por ejemplo, el acceso al puesto de trabajo en transporte público que aunque en la actualidad parecen cumplir las medidas de distanciamiento impuestas por el gobierno, todo hace prever que pronto, sería teórica y prácticamente inviable.
Seguramente el teletrabajo, la flexibilidad horaria y el triste pero real incremento de parados, reduzca y reparta el acceso recurrente de personas, pero la realidad es que al igual que los hospitales no estaban preparados para una emergencia sanitaria de este calibre, los servicios de transporte urbano tampoco lo están para hacer cumplir la normativa en una situación de normalidad.