Europa sufre una crisis energética. Sin embargo, sus causas, así como sus consecuencias, siguen siendo algo bastante inexplorado. Las razones de fondo de esta crisis no se pueden entender por separado, sino que han sido un conjunto de hechos que han coincidido en el tiempo: la industria ha retomado su actividad normal tras la pandemia, ha vuelto a llegar el invierno – y más frío de lo esperado en el hemisferio norte – y en consecuencia la demanda de gas se ha visto incrementada. Aunque la demanda de gas natural durante la pandemia de COVID-19 se vio reducida en un 1,9%, la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés) ha señalado en su Gas Market Report Q3-2021 que está previsto que siga creciendo hasta alcanzar un 3,6% a lo largo de este año, y hasta un 7% por encima de los niveles prepandemia en 2024.
Esta no es la única razón por la que el precio de la energía ha aumentado en los últimos meses. La producción europea de gas natural se ha visto reducida; algunos depósitos como el del yacimiento holandés de Groningen parecen estar secándose -además de los terremotos que han llevado al Gobierno de Países Bajos a realizar un plan de desmantelamiento de este yacimiento para finales del año que viene-. Esto lleva a Europa a depender tanto de Rusia como de Noruega. En los últimos meses, Rusia no ha suplido a Europa con el gas que esta necesitaba, alegando que debía llenar sus propios sistemas de almacenamiento en primer lugar, para luego poder exportar, siguiendo su plan de recuperación post pandemia.
En este contexto, el miércoles 24 de noviembre, la comisaria de Energia, Kadri Simson presentó el informe anual sobre el Estado de la Unión de la Energia en la sesión plenaria del Parlamento Europeo en Estrasburgo, para hacer balance sobre la política energética europea. Reveló que desde el último informe la Unión ha avanzado mucho en términos políticos y legislativos: se aprobó en marzo de 2021 la Ley Europea del Clima, comprometiéndose a reducir un 15% las emisiones para 2030; en abril se presentó el primer acto delegado sobre taxonomía verde y en julio se presentó un paquete de propuestas para que se siga la senda de la neutralidad climática. Sin embargo, no pudo obviar el hecho de que este año el informe se publica en el marco de un gran incremento de los precios del gas y la electricidad, lo que según la comisaria “suscita dudas sobre el futuro de nuestra agenda climática”. Siguiendo la línea del discurso de Simson, del informe en cuestión cabría destacar cuatro puntos principales:
- Los mercados de renovables se han mostrado resilientes durante la pandemia: en 2020 por primera vez las renovables adelantaron a los combustibles fósiles como principal fuente energética de la UE.
- Se sigue dependiendo demasiado de la energía fósil, así se confirma por la crisis energética. El nivel de dependencia de las importaciones fósiles es el más alto en los últimos 30 años.
- La vinculación de mercados es esencial; conecta a todos los Estados Miembros y ofrece una plataforma europea para la electricidad -clave para poner fin a la crisis actual-. El informe demuestra que aquellos países mejor interconectados y que dependen menos de los combustibles fósiles son menos vulnerables a la subida de los precios de la energía.
- El informe va acompañado de un informe sobre la competitividad de las empresas verdes en Europa, que demuestra que se sigue al frente de la investigación en este tipo de energías, pero a su vez, manifiesta que las inversiones públicas en tecnologías limpias son las más bajas de las grandes economías. Se necesita más inversión pública y privada.
Durante el debate posterior, la gran mayoría de los eurodiputados coincidieron en que es necesario acelerar el proceso de transición energética hacia las renovables. Muchos de ellos también mencionaron la necesidad de apoyo social durante este proceso, así como la cuestión más difícil: la energía nuclear, ¿se debería seguir usando? Los eurodiputados del grupo de los verdes ya se han manifestado en contra.
La Unión Europea aboga por continuar siendo líderes en I+D en materia de energías renovables, no obstante, también apuesta por el incremento de la inversión, tanto pública como privada, en este tipo de energías, que van a permitir un futuro más sostenible y estable.
Artículo de:
Silvia Goya, Asuntos Públicos Europeos de la oficina Bruselas