Octubre terminó con la celebración de la reunión del G-20 en Roma, donde los líderes y jefes de estado de las principales economías del planeta se citaron de forma presencial por primera vez desde el inicio de la pandemia. Los líderes de estas 20 economías, que representan el 80% del PIB global, tenían en sus agendas tres temas principales: la pandemia de la COVID-19, la recuperación económica y la lucha contra el clima. Esta última se vio acompañada, ese mismo fin de semana, de la divulgación de un video[1] de Naciones Unidas donde un dinosaurio explicaba a los delegados de cada país lo “peligroso” que es el calentamiento climático, previo al comienzo de la 26.ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), más conocida como la COP26.
La COP26 se extendió del 31 de octubre al 12 de noviembre, apurando hasta el final los últimos minutos para sacar un acuerdo sobre el clima. 120 líderes internacionales y representantes de 200 países en la COP26 emplearon esta Conferencia como complemento al Acuerdo del Acuerdo de París y, aunque en cada país se tengan unas u otras prioridades, todos compartían que las decisiones adoptadas debían tener la meta en la limitación del calentamiento global a 1,5ªC. En este sentido, la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, manifestó al finalizar la Conferencia que “se ha avanzado en los tres objetivos fijados al inicio de la COP26: reducción de emisiones para mantener el límite en 1,5ªC; alcanzar los 100.000 millones de dólares anuales de financiación para los países más vulnerables; y llegar a un acuerdo sobre el Acuerdo de París”. Las palabras de von der Leyen dejaban entrever cierto optimismo por parte del ejecutivo de la Unión Europea (UE), y no es para menos, pues tanto ella como el vicepresidente Frans Timmermans llegaron con numerosos compromisos para reforzar el papel del continente en la lucha mundial contra el cambio climático.
Así, en esos días la UE presentó cuatro compromisos paralelos a los acordados en la COP26:
- El 1 de noviembre, 1.000 millones de euros para el Compromiso de Financiación Forestal Global en un plan a cinco años vista, un presupuesto cinco veces menor que el presupuesto europeo para la misma materia (5.430 millones de euros para el período 2021-2027).
- El 2 de noviembre, se anunció la Asociación para la Transición Energética con Sudáfrica y se lanzó, junto con Estados Unidos, el Compromiso Mundial sobre el Metano sobre el que hablaremos más adelante.
- Por último, el 9 de noviembre, Timmermans anunció la donación de 100 millones de euros al Fondo de Adaptación al Cambio Climático, constituyendo la mayor aportación hecha por cualquier país de la COP26 al Fondo.
Sin embargo, los compromisos presentados por la UE no han sido el centro del debate, sino los acuerdos adoptados por la mayoría de los países. Así, se obtuvo como resultado la adopción de 22 decisiones y, que concluyeron con la publicación del Pacto de Glasgow por el Clima[2] con 71 puntos, repartidos en 8 capítulos (I Ciencia y urgencia; II Adaptación; III Adaptación financiera; IV Mitigación; V Financiación, transferencia de tecnología y creación de capacidad para mitigación y adaptación; VI Perdidas y daños; VII Implementación; VIII Colaboración), todos ellos no vinculantes. Las más destacadas son las siguientes:
Calentamiento global y reducción de emisiones
Se acordó fijar una reunión el próximo año para continuar monitoreando las emisiones de gases de efecto invernadero con el objetivo de intentar mantener el incremento de la temperatura dentro de los 1,5ºC. Dado que los compromisos actuales, de cumplirse, sólo limitarían el calentamiento global a unos 2,4ºC está muy lejos de los 1,5ºC fijados por científicos para evitar una “catástrofe climática”. Asimismo, se solicita a los países que actualicen sus metas de reducción de carbono para 2030, ya que muchos llegaron a la COP26 con datos desactualizados.
Quema de carbón y subsidios a combustibles fósiles
Se ha acordado hacer un llamamiento para reducir de forma gradual “la quema de carbón para la producción de energía y el subsidio a combustibles fósiles”. Aunque la medida sea un llamamiento, más de 40 países entre los que se incluyen los principales consumidores de carbón como Polonia, Vietnam o Chile, es la primera vez que se menciona la quema de carbón como causa explícita del calentamiento global.
Financiación al G77
Se duplica la aportación de los países desarrollados a la parte colectiva de financiación para alcanzar el objetivo de 100.000 millones de dólares anuales para el período 2021-2025. El fondo, del que se benefician en mayor medida los países del G77, donde se agrupa a la mayoría de países en desarrollo del hemisferio sur, se espera también que vaya “aumentando significativamente”.
Sin embargo, otro fondo que también estaba en negociación, el llamado “fondo de Pérdidas y Daños” no se ha reflejado en el texto publicado, algo de lo que se quejó el G77 y China.
Emisiones de metano
Si bien es cierto que cuando se habla de emisiones a la atmósfera y gases de efecto invernadero el más presente es el dióxido de carbono (CO2) y, en menor medida los óxidos de nitrógeno (NOx) emitidos por los motores diésel, hay otro gas que pasaba usualmente desapercibido pero esta vez ha sido protagonista, el metano (CH4). En este sentido, más de 100 países incluida toda la UE han respaldado el compromiso de reducir en un 30% las emisiones de metano para el año 2030.
Este compromiso ha sido muy replicado en medios por ser la primera vez que se menciona de forma expresa y, por el foco principal de emisiones de metano, ya que un tercio del total provienen de la ganadería (estiércol y flatulencias de los animales).
Deforestación
Fue el primero de los compromisos, presentado por el primer ministro británico Boris Johnson para poner fin a la deforestación y revertirla antes de 2030. En palabras del Premier británico “Tenemos que detener la devastadora pérdida de nuestros bosques”, que provoca millones toneladas de emisiones anuales y repoblar zonas deforestadas para poder capturar más carbono.
Aunque lo llamativo no es el monto acordado, 1.000 millones de euros de financiación en un plan a cinco años vista, sí lo es se hayan sumado China, Rusia y Brasil, este último muy criticado por sus políticas en el Amazonas y países que no se sumaron al anterior compromiso forestal acordado en Nueva York en 2014.
Declaración conjunta de Estados Unidos y China
Este punto quizá mereciese un análisis a parte de los compromisos adquiridos en la Cumbre, pero fue la guinda del pastel que muchos no se esperaban. La declaración conjunta entre Estados Unidos y China[3], los dos mayores emisores de CO2 del mundo que contra todo pronóstico firmaron un documento de 16 puntos dos días antes de finalizar la COP26 comprometiéndose a cooperar más durante la próxima década.
Por parte de Estados Unidos reafirma el giro de tendencia de la administración de Joe Biden respecto de su predecesor, Donal Trump. Y, por parte de China, un cambio de política en el país que hasta ahora se mostraba reacia a abordar sus propias emisiones de la quema de carbón.
Así, se llegó al final de la COP26. Treces días, más de 170 reuniones abiertas al público y centenares de ellas privadas, concluyen con un pacto no vinculante pero que sienta precedente en lo que serán las principales políticas climáticas de aquí hasta 2030. Ahora, queda esperar a ver cómo los países lo implementan dentro sus fronteras y si se avanza en alcanzar los objetivos. Todo ello se abordará en la siguiente cumbre, la COP27 que se celebrará en Egipto en 2022.
[1] Vídeo del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas.
[2] https://unfccc.int/documents/310475
[3] https://www.state.gov/u-s-china-joint-glasgow-declaration-on-enhancing-climate-action-in-the-2020s/
Mateo González
Consultor Asuntos Públicos
ATREVIA Bruselas