He estado en Puerto Rico y, desde mi llegada el domingo pasado, he podido disfrutar de un clima muy agradable. Además, tras la primera jornada del Puerto Rico Investment Summit 2015, he podido comprobar cómo este rincón del Caribe ha conseguido convertirse en el centro de todas las miradas. Creo que el país está preparado para ser el eslabón que une con fuerza las comunidades iberoamericana y estadounidense.
Son alrededor de 180 los inversores que han volado hasta aquí, en representación de países como Colombia, Panamá, Brasil, Estados Unidos, Perú, República Dominicana, México, Ecuador, Venezuela y España, para empaparse y conocer de primera mano cuáles son las oportunidades reales que ofrece el país a la inversión extrajera y con las que ningún estado norteamericano puede competir. Me refiero, sobre todo, al amplio abanico de incentivos a los que pueden acogerse las empresas que se establezcan en la Isla para exportar desde ella.
El momento de la internacionalización ha llegado. Y lo lleva haciendo varios años ya, siempre con una tendencia creciente. Cada vez son –somos—, más las compañías que damos el salto a otros mercados, algunos completamente desconocidos. Y es que globalizar es, sencillamente, comunicar. Pero, ¿cuáles son los retos para tener éxito durante este proceso?
Traspasar fronteras no es una salida a la crisis si no una apuesta de futuro que tiene como objetivo principal, precisamente, evitar futuras crisis.
No basta con ponerse el sombrero de explorador y lanzarse a la aventura, se vuelve imprescindible contar con expedicionarios expertos que nos guíen tomando fuertemente las riendas. ¿A quién enviar entonces? A los mejores, claro, no a quien esté disponible. Previamente, parece lógico que debemos identificar las ventajas competitivas propias. Para ello hay que prestar atención a la “Regla AAAA” –Análisis, Actitud, Aportación y Arraigo—.
Pues bien, ya estamos en otro país. Y frente al posible choque cultural y una realidad muy diferente a la que estamos acostumbrados, el discurso debe estar preparado y enfocado hacia lo local: empresas globales con soluciones locales. Y no de otra manera. Si se hacen patentes las similitudes con la competencia, hay que tratar de ver las diferencias y aportar valor diferencial. Siempre las hay.
Por último, desde mi experiencia, el trabajo en equipo es fundamental, incluso con las oficinas de ultramar. Se debe funcionar como un todo, para lo bueno y para lo malo, y convertir en internacionales todos los departamentos.
En este punto, me atrevo a decir que ser internacional te hace mejor.